Enrique / García-Máiquez

El nuevo eje

Su propio afán

03 de septiembre 2016 - 01:00

LLevo fatal lo de Trump. En cambio, a los que no les gusta el Partido Republicano disfrutan de lo lindo con sus meteduras de pata y sus excesos verbales y geopolíticos. Luego están los forofos que aún defienden al candidato y ven manos negras que lo tiñen de parodia. Éstos sostienen que será un presidente moderado gracias a sus asesores. Tampoco creen en las encuestas, que le auguran una derrota ganada a pulso contra la peor candidata posible.

No le tengo a Hillary ni un ápice de simpatía. Financiada por el lobby abortista, fundamentalista del progresismo, con un pasado que es una sombra muy oscura y alargada, puede ser una presidenta nefasta. La mala pata es que tiene enfrente un rival tan inaudito que parece una caricatura y que espanta a una parte significativa del electorado hacia el bando contrario. Cómo me alegro de no tener que votar en USA.

En España los frikis están en la otra orilla ideológica, pero no es un consuelo, porque la distorsión que produce el frikismo en la política es transversal, con independencia de que el epicentro esté en el centro, en la derecha, en la izquierda o en las periferias nacionalistas. Ya saben lo del conde de Foxá: "¿No voy a tener manía a los comunistas si, por su culpa, tuve que hacerme falangista?" Yo me resisto a hacerme de nada ni de nadie que no me convenza por la culpa de otros que lo hacen todavía menos, pero es innegable que el pensamiento extravagante y la política disparatada nos ponen entre la espada y la pared.

El golpe magistral del instinto político de Rajoy es presentarse como el representante del partido de la sensatez y como el summum del sentido común frente a Iglesias y a Rufián. Su manejo de los tiempos se lo criticamos y se lo alabamos (según los momentos y porque nos da tiempo de todo), pero se nos olvida señalar que, sobre todo, le da hilo a la cometa para que los contrarios muestren todo lo que llevan dentro (y lo que no). Arcadi Espada habla ya de la "bancada del nonsense" para referirse a los mismos frikis. Aunque Rivera lo intuye, nadie como Rajoy ha detectado que el eje divisorio de la política actual no es derechas-izquierdas ni nacionales-nacionalistas ni viejos partidos-partidos emergentes: es frikis-formales. Si uno se fija a su alrededor, es un eje que llegó para quedarse. Como incita al mal menor y a un voto sin comprometidas complejidades ideológicas, es normal que Rajoy se aferre a él.

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