Palomas sí, vacas no

07 de enero 2025 - 03:03

El mundo de las ofensas es tan variado que es imposible de universalizar. Así que realmente no soy capaz de adivinar cuántos católicos, entre los millones de españoles, se han sentido insultados por la exhibición de una estampita supuestamente blasfema en un programa de máxima audiencia. Desde luego, es seguro que los ofendidos son de los capaces de hacer mucho ruido. Por otra parte, es imposible saber el número de otros cristianos (mormones, testigos de Jehová, ortodoxos, protestantes en general...) que figuran entre los agraviados, si es que los hay. Mi respeto tolerante a todos ellos, pero yo, que aluciné en Nápoles con los miles de imágenes de Cristo con el rostro de Maradona, aún estoy intentando comprender la gravedad de este asunto tan capital. Ni el nuevo año ni los Reyes me han traído más inteligencia.

Al parecer, lo ofensivo, lo indignante ha sido la utilización del rostro de una vaca en una imagen del Corazón de Jesús. Y a mí eso, en todo caso, lo que me parece es una discriminación animalística. Porque, a ver, en este país desde pequeños aprendimos que cuando el Espíritu Santo, la tercera persona de ese galimatías que es la Santísima Trinidad, se decidió a mostrarse a los Apóstoles eligió hacerlo en forma de paloma, ese bicho ahora odiado en ciudades muy cristianas por su molesta forma de comportarse y ensuciar.

Se podrá decir que un ave blanca es un ser alado que se acerca al cielo, que representa lo más espiritual... Pero qué me dicen de ese otro animal de rebaño, y por lo tanto más cercano a las vacas, el Cordero de Dios, que encima quita los pecados del mundo y al que vemos en multitud de reproducciones cristianas orlado de aura y con la cruz entre las patas, como representación del Cristo Salvador. Ah, y los primeros cristianos, los perseguidos, usaban un pez cómo símbolo para reconocerse entre ellos.

Que debe de ser que no es lo mismo, que en el Reino zoológico también hay clases, como bien dejó escrito George Orwell, otro profeta. Ya saben, aquello de “Todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros”. Vamos, que una paloma o un cordero ensalzan la Gloria de Dios y las vacas no merecen tal honor, pese a que uno de sus parientes cercanísimos, el modesto y tranquilo buey, fuera encargado de calentar con su aliento al Salvador recién nacido. No sé, tratando de entender... ¿qué indigna tanto? ¿Serán los cuernos de la vaca del Grand Prix? ¿O, más simple aún, será su sonrisa?

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