Quizás
Mikel Lejarza
Toulouse
La aldaba
Las fiestas tienen unos ritos íntimamente ligados a estos días de los que se habla poco, pero que se repiten con solemnidad. Algunos estamos deseando contemplar los saltos de esquí de la mañana del primero de enero desde esa ciudad de nombre impronunciable: Garmisch-Partenkirchen. En su día tuvimos hasta saltadores españoles. Esta competición tiene seguidores que son verdaderos frikis, como los tiene Eurovisión. ¿Qué me dicen de la cantidad de tipos que a esa misma hora se están bañado en ríos, fuentes y lagos de toda Europa para salir en paños menores en los telediarios ? ¿Y los que buscan a toda costa al primer nacido del año? Nos cuentan el peso y el nombre que recibirá la criatura. Cosas de periodistas para llenar espacios, según la explicación oída una vez. Esta letanía de ritos tiene un plato fuerte, fortísimo, que ya hemos degustado: las reacciones al mensaje del jefe del Estado. Don Felipe termina el discurso y algunos estamos salivando como los perros de Pavlov. Que vienen, que vienen... Y no estamos plenos hasta que comienza la ceremonia de los idiotas, dicho sea por rememorar el título de la célebre película. En los dos grandes partidos la curiosidad está en saber a quién le ha tocado estar de guardia. A Cristina Narbona, presidenta del PSOE, le dieron el minuto de gloria, sobre todo para que sepamos que los socialistas tienen una presidencia, simbólica, de pescado en blanco, pero la han tenido siempre. Y en el PP salió al ruedo la secretaria general, doña Cuca. Es indescriptible la emoción que se siente con las reacciones del PNV, ERC, los chicos de Junts, Sumar, Podemos y sus marcas blancas.
En la política española hay verdaderos lumbreras, legatarios de la mejor oratoria parlamentaria, herederos de quienes nos enseñaron el sentido de Estado, la altura de miras y los valores de la institucionalidad y la convivencia. ¿Cuánto se pierden quienes no han oído a Oriol Junqueras afirmar que el Rey celebró las “palizas” a los votantes del referéndum ilegal de 2017? ¿Y cuánto quienes no han oído a las irrelevantes representantes de Podemos denunciar la “derechización” del monarca? Llamar a la concordia y al entendimiento es ahora de derechas. Qué tropa. Lo de Rufián es ya de música tronante de los coches locos. Aitor Esteban es un clásico. Su reacción la esperamos como el último anuncio antes de las campanadas. Turull reclamando una vez más la independencia es como el que no tiene qué almorzar y tira de congelados. Lo mismo pudo decir el 25 de diciembre que el 10 de mayo. Es la pascua de los idiotas. Son el ruido previo a la Marcha Radetzky del concierto de Año Nuevo. La otra Navidad. Son encantadores.
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