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EN contra de lo que algunos suponen, el Bicentenario de la Constitución de 1812 no fue flor de un año, y dejó un legado en Cádiz. Sin esa oportunidad, es improbable que el edificio de la antigua Cárcel Real se hubiera convertido en Casa de Iberoamérica, o que se empezara a remodelar el castillo de San Sebastián, o que se inventara un Espacio de Arte Contemporáneo en los antiguos cuarteles (con un proyecto que llamó la atención incluso en Madrid), o que se rehabilitaran los baluartes de la Puerta de Tierra para nuevos espacios. Todo eso, y mucho más, con el avance cultural que supuso para Cádiz, se ha quedado en riesgo de perdición.
La disolución de la sociedad Cádiz 2012 parece un trámite protocolario. Es normal que tenga pérdidas y pocos ingresos, considerando que ha sido sometida a una muerte en diferido. Es un error. Si bien una sociedad para 2012 nos puede parecer un anacronismo y una anomalía en 2016, se hubiera entendido perfectamente su reconversión en una sociedad municipal dedicada a la gestión de nuevos eventos en Cádiz. Por ejemplo, el Tricentenario del Traslado de la Casa de la Contratación en 2017, la Gran Regata de 2020 y el fortalecimiento de las relaciones con Iberoamérica para actividades en común. Sin embargo, es más fácil, más cómodo (y mucho más inútil) darle un carpetazo para no hacer nada.
Cuando se organizó el Bicentenario, una de las grandes preocupaciones era que no se desaprovechara ese esfuerzo. Se habló de un Cádiz ideal, que se convertiría en el epicentro del constitucionalismo mundial y en un referente cultural de primer orden, gracias a la creación de nuevos espacios artísticos y a las relaciones internacionales. Cádiz fue incluida en la Unión de Ciudades Capitales de Iberoamérica. Se llegó a criticar que Teófila Martínez, y a veces Juan José Ortiz, viajaban mucho. Como siempre, el tradicional catetismo local.
De todo aquello, ya va quedando poco. ¿Qué ha sido del gran centro constitucional de la Junta? El Oratorio de San Felipe Neri, que serviría para importantes actividades, se ha quedado sólo para algunas misas; y encima critican al obispo Zornoza que es el único que cumple su parte allí. Para la Junta, está claro que el Doce ya es historia.
Pero lo más bochornoso es que el Ayuntamiento tenga la política cultural que tiene, desaprovechando todo el legado del 2012. No han sido capaces ni de organizar los conciertos de la Libertad en el castillo de San Sebastián. Y, en las cuatro grandes áreas que han creado, ni se menciona la cultura.
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