Enrique / García / Máiquez /

La perra gorda

De poco un todo

09 de noviembre 2014 - 01:00

He mandado a la redacción este artículo sobre el 9-N al volver de la Plaza de España de Cádiz. Allí Jesús Maeso leyó el manifiesto de Libres e Iguales en defensa de que lo que sucede en Cataluña nos atañe y afecta a todos. Ese principio es irrenunciable. Y resulta ofensivo que tantos catalanes (no todos) consideren que los demás españoles no tenemos nada que opinar de lo que está ocurriendo por allí. Oh, no, amigos, no. La soberanía nacional es única e indisoluble, y aquí hablamos con el mismo derecho del barrio de Pedralbes que del de Jarana.

Tras esta idea clara, lo demás es confuso. Puede que el Gobierno de España haya sido prudente y hasta maquiavélico al no evitar el simulacro de votación. Una vez conseguido que el evento quede desprestigiado y falto de las mínimas garantías democráticas ante el mundo, una actuación policial sería quizá una foto que favorecería a la causa (siempre lacrimógena) del nacionalismo.

Sin embargo, uno no puede evitar la sensación de que en la pelea infantil de Mas contra el Estado de Derecho, el presidente de la Generalitat se ha llevado el gato al agua. O, más exactamente, la perra gorda: "Para ti la perra gorda", ha dicho al final el Gobierno. La consulta no tendrá ninguna seriedad, pero lo cierto es que los catalanistas van a votar (o algo parecido) el 9-N. Una perra gorda que terminará en perreta, por supuesto. Esta misma noche pasaremos de las papeletas a las pataletas. Y aunque Rajoy trate de convencernos de que la culpa de esa frustración la tienen los políticos nacionalistas, y aunque tenga razón, en la práctica las frustraciones se concentran en contra de lo que se levantan, no en contra de quien las alentó.

El fracaso de la táctica de Rajoy será, por tanto, triple, aunque sobre el papel (timbrado) haya vencido. Primero, porque votar, aunque sea muy malamente, van a votar. Segundo, porque la rabia de la impotencia de fondo, aunque sea torticeramente, va a dirigirse contra España. Y tercero, porque el ridículo de CiU, aunque indiscutible y letal, no va repercutir en una mayor moderación en Cataluña, sino en el crecimiento de Esquerra Republicana, que es más que Mas.

Habría que haber actuado muchísimo antes, bastante mejor y con algo más de firmeza. Quizá lo único bueno de todo este follón sean esos manifiestos en toda España, de Cádiz a San Sebastián, de Gerona a Vigo. La preocupación de muchos es la esperanza de todos.

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