El lanzador de cuchillos
Martín Domingo
¡Boom!
Su propio afán
LA estrategia mixta (o Ciudadanos o Podemos) de Sánchez la comentamos ayer. Me dejé el detalle truculento para hoy. Si fracasa el acuerdo con C's porque el PP se abstiene de abstenerse, el PSOE culpará de inmediato a Rajoy de haber cerrado la puerta a un gobierno moderado y de haberle obligado [sic] al pacto con Podemos y los nacionalistas. Desde la lógica es absurdo, porque antes el PSOE había cerrado con un portazo al PP la misma posibilidad, pero la venderá bien, porque eso sabe hacerlo y porque el terror del votante del PP a Podemos no entiende de lógicas. O sea, que el pequeño (90 escaños) se comerá vivo al grande (123, más o menos).
Ahí no acabará el festín. Pablo Iglesias (69 diputados, si se le cuentan todos) se merendará enseguida a Pedro Sánchez (90), pase lo que pase. Si hay nuevas elecciones, ya lo avisa el CIS; si a Sánchez lo inviste C's con la abstención del PP, quedándose con toda la oposición de izquierdas (que es mucha) para él; y si pactan ambos, apuntándose Podemos los gestos sociales y demagógicos del gobierno, y dejando la responsabilidad de la responsabilidad en hombros del PSOE.
Pero el más pequeño, Ciudadanos (40) le hincará el diente a Iglesias (69). ¿Cómo? Rivera está dando un perfil de sensatez, buscando el pacto tanto a su derecha como a su izquierda, sin dejar de avisar de los riesgos económicos y territoriales que acechan a España. Cuando esos riesgos se materialicen (ya están aquí), muchos ojos se volverán hacia quien los advirtió y quiso, sin éxito, poner soluciones cuando todavía se estaba tiempo. ¿Y si el pacto PSOE-C's saliese? Con más razón: sería el que salvó del extremismo a España.
Mientras tanto, un pez todavía más chico, Alberto Garzón (2 escaños), le ha pegado un buen mordisco a Albert Rivera, y se ha alzado con el galardón de la popularidad. Según el CIS es el líder más valorado. Esa popularidad, que en condiciones normales no deja de ser el premio de consolación, le puede venir muy bien si acaba fraguándose la alternativa de progreso, dejándole un resquicio ministerial. Y, pase lo que pase, nos indica el culto al fracaso que se ha instalado en el subconsciente de la sociedad. La popularidad de Garzón es puro narcisismo de los españoles: vamos camino de un batacazo histórico, eso sí, siempre progresista, como IU. Todo está patas arriba. Es natural que, contra toda razón, aquí el pez chico sea el que se come al grande.
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