Bajo las piedras

Pedro Sánchez, en el mitin del PSOE celebrado en Santa Cruz de Tenerife el pasado domingo.
Pedro Sánchez, en el mitin del PSOE celebrado en Santa Cruz de Tenerife el pasado domingo. / Alberto Valdés · Efe

31 de enero 2025 - 03:59

DESDE el mismo momento en el que el líder del socialismo español les dijo a sus conmilitones en un mitin en Canarias que buscaría “debajo de las piedras” los votos para aprobar el decreto ómnibus que le habían tumbado los siete votos de Junts –unidos a los de la oposición de PP y Vox–, no había ninguna duda de que lo que en realidad anticipaba era una nueva rendición de Pedro Sánchez ante Carles Puigdemont. Es el eje de esta legislatura inviable: no importa qué pida el prófugo de la Justicia, se le concederá. La fórmula se repite de forma recurrente: lo imposible transmuta no ya en plausible sino en conveniente para el interés general de los españoles, que en realidad son sólo las necesidades particulares de un líder que se aferra al poder para no perderlo todo, incluyendo que la Fiscalía y la Abogacía del Estado proteja a su entorno ante la Justicia.

Bajo las piedras había la confirmación de la ignominia: más corrupción política y entrega de la dignidad, no ya la propia de Sánchez, sino una que no le pertenece aunque la ostente. Porque lo que se cede es las atribuciones que la Constitución establece para la institución de la Presidencia del Gobierno.

Porque Puigdemont no dará ahora sus votos exclusivamente porque tuerce la voluntad del Ejecutivo de no trocear un decreto-ley trampa que usaba como rehenes a más de una decena de millones de pensionistas, a los damnificados por la dana en Valencia o las subvenciones al transporte público, que por supuesto sí se divide y se separa de las medidas fiscales que un partido de derechas como Junts rechaza. La cesión mollar es permitir que se pervierta –una vez más– la letra y el espíritu de la Constitución. La cuestión de confianza es una prerrogativa del presidente del Gobierno, en exclusiva, que no puede ser instada por el Parlamento, que sí tiene como instrumento alternativo la moción de censura. La mera votación de la proposición no de ley de Junts, aunque reconozca su nulo efecto jurídico, es una censura encubierta que debió ser inaceptable, como lo era antes de la última derrota parlamentaria y algunos días después. Puede parecer que, tras la infamia de una amnistía –figura jurídica negada al Congreso de los Diputados en la ponencia constitucional por dos veces–, esta rendición es menor, pero no.

Ante el oprobio de la rendición permanente de Sánchez ante Puigdemont, el PP no debe votar una grave claudicación

Bajo las piedras, Sánchez esconde su permanente disposición a que todo un país democrático se rinda a un sedicioso que quiere destruir el sistema constitucional sólo para que él siga mandando sin gobernar.

Ante ese oprobio, el PP debería desterrar la errática decisión de pactar nada con Junts mientras lo lidere Puigdemont y no contribuir con su voto a esta nueva capitulación.

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