Yo te pienso como quiero

La ciudad y los días

13 de marzo 2025 - 03:03

Como todos los años, sin por ello renunciar a otras músicas, en marzo doy preferencia a Ravel, Albéniz, Granados, Falla y Turina, con la interpolación de altar velado del Miserere de Eslava en la versión para gramófono que La Voz de su Amo grabó en 1928 en el Teatro San Fernando, con Pedro Checsan, Gabriel Olaizola, Zacarías Arcos, la Coral de la Catedral y los niños que cantan el Redde, dirigidos por el gran Eduardo Torres, sacerdote, maestro de capilla de la Catedral, organista, director de coro, compositor, crítico musical, autor bajo seudónimo de zarzuelas costumbristas –El puente de Triana, La niña de las saetas–, activísimo animador de la vida musical sevillana desde la Sociedad Sevillana de Conciertos, la Real Sociedad Económica Sevillana de Amigos del País y el Ateneo, amigo de Falla y su colaborador en el estreno de la versión de concierto de El retablo de maese Pedro en 1923 o la presentación de la Orquesta Bética de Cámara en 1924, incansable luchador junto a Norberto Almandoz, Segismundo Romero y Manuel Navarro para la creación un conservatorio para la ciudad, lo que lograron pero él no disfrutó: fue nombrado Catedrático de Composición en junio de 1934, pero el primer curso regular fue el de 1935-1936 y él había fallecido el 23 de diciembre de 1934.

Disculpa lo extenso de este recuerdo lo mucho que Sevilla debe a este gran sacerdote y músico cuya memoria, salvo la calle que se le dedicó en 1960 en el distrito Cerro-Amate, no ha hallado el reconocimiento debido. Sevilla es tan pródiga celebrando mediocres como rácana olvidando a los grandes. No en vano recordaba don Santiago Montoto a quien se pasara por su tertulia de La Punta del Diamante aquello de: “Sevilla, madre fuiste para otros y madrastra para mí”.

Pero a lo que iba: marzo, en presentimiento de primavera y de Semana Santa, suena a Albéniz, a Granados, a Falla, a Turina y a Ravel, el francés más español que se fotografió con Romero Murube en los jardines del Alcázar en 1935, cuando vino a Sevilla para participar en los actos de inauguración del conservatorio. Y suena a Eslava con viejo sonido de gramófono, las saetillas del Silencio, Gómez Zarzuela, Font de Anta, Farfán, Gámez Laserna, Morales o Pantión. ¿Que esta Sevilla y esta Semana Santa ya no existen? Sí: son las mías, son mi “Primavera portátil” o mi “yo te pienso cuando [y como] quiero” de Adriano del Valle y Juan Sierra.

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