
En tránsito
Eduardo Jordá
¿Capitalismo o estatalismo?
Monticello
La mejor lección recibida sobre el significado de la caridad, me la impartió un dominico, Antonio Felices, cuya biografía y carácter fueron tan extraordinarios que es imposible glosar en unas líneas, como podrá dar fe cualquiera que, al igual que yo, lo tuviera de profesor en el colegio, antes seminario, que los dominicos tienen en las Arcas Reales de Valladolid. El Padre Felices nació en Filipinas, en una de las pocas familias españolas que permanecieron tras la pérdida de la colonia. Dominaba el inglés, el francés, el tagalo y otras lenguas austronesias. Su conocimiento del sudeste asiático era extraordinario. Fue misionero en China y Vietnam, en los años de fuego, y aquella experiencia, junto con la de la violencia anticlerical durante la Guerra española, marcó su temperamento ideológico. Felices era un anticomunista furibundo y un falangista sentimental. Nos enseñó el Cara al Sol en dibujo y a él le debo un momento espiritual permanente, escuchar una misa oficiada en latín, de forma clandestina, en la sobrecogedora iglesia que Miguel Fisac construyó para los dominicos. Se decía, no sé si será cierto, que estuvo cautivo por el Viêt Công, inmerso en agua en una suerte de pecera con barrotes, aunque ni esta peripecia gana en singularidad a su particular relación con lo extraterrestre. Convencido de que Valladolid estaba en la ruta de paso de los platillos volantes, fundó allí, junto con J.J. Benitez, el centro Charles Fort de ufología y, en el día de San Mateo de 1966, revolucionó la ciudad con el avistamiento de un ovni triangular sobre el Pisuerga. Nos pasamos la EGB esperando al telescopio un nuevo avistamiento que nunca sucedió, aunque Felices sí nos regaló el castigo más sobrenatural que haya conocido. Harto de la indisciplina durante las oraciones, nos impuso a los rebeldes el visionado, encerrados a oscuras, de un vídeo VHS que le había pasado Jiménez del Oso y en el que aparecía un médium brasileño, Gaspareto, poseído por los maestros de pintura, trance durante el cual era capaz de pintar a ojos cerrados obras antológicas. Con miedo a Gaspareto seguimos todavía, pero del padre Felices, decía, resta la categoría. En una visita al museo oriental agustino, tras pasar la clase frente a un pobre como si éste fuera transparente, Felices nos recriminó, con la furia de la que él era capaz, imponiendo un mandato: a los pobres, a los ojos. Y es desde esa lección sobre la corrección fraterna, tan común en nuestra educación, desde la que se escucha con extrañeza la invocación vicepresidencial del ordo caritatis católico como fundamento moral para un imperial nacionalismo del desprecio.
También te puede interesar
En tránsito
Eduardo Jordá
¿Capitalismo o estatalismo?
La colmena
Magdalena Trillo
Trump y Putin
El Palillero
José Joaquín León
Para que Cádiz pudiera crecer
Confabulario
Manuel Gregorio González
Los tiesos
Lo último