La esquina
José Aguilar
¿Tiene pruebas Aldama?
tribuna libre
LOS resultados electorales son lo suficientemente alarmantes para que se exija un serio y profundo debate en el PSOE, aunque algunos dirigentes políticos locales y provinciales pretendan sortear sus responsabilidades depositándolas íntegramente en la crisis económica y en la gestión de los gobiernos, obviando el claro diferencial que se ha producido en las diferentes localidades, que va desde los que han obtenido mayorías absolutas a los que han perdido gran parte de la representatividad. En la misma medida que han asumido como propio los éxitos del pasado, deben responsabilizarse de este fracaso.
Algunos militantes socialistas han manifestado sus opiniones con claridad y responsabilidad recibiendo unas respuestas miopes, descorazonadoras y hasta insultantes. La descalificación personal ("un tal Piniella") y la exigencia de adhesión inquebrantable ("no puede referirse a mí, que me he jugado el cuello defendiéndolo") no son argumentos aceptables en el debate democrático. Matar al mensajero no puede ser la respuesta a las malas noticias. Exigir fidelidad en pago de viejos favores refleja un concepto de la política más cercano a la solidaridad con el clan que a la defensa de los criterios de capacidad y mérito.
Aunque la derecha española se ha especializado en la técnica del ajusticiamiento político del adversario, con las "penas de titular y de banquillo", los socialistas no podemos incorporar estas prácticas en nuestros debates, porque las ideas no son buenas o malas en función de la identidad de quienes las defiendan.
La defensa de un gestor ha de asentarse en su valía, capacidad, solvencia y en la eficiencia de su trabajo y no en la fidelidad a sus mentores por encima de cualquier consideración y aún a costa de su independencia de criterio y de su libertad para expresarlo.
Los resultados electorales son elocuentes, la respuesta política debe serlo también. El origen de desapego de los votantes socialistas hay que buscarlo no sólo en el desempleo, también en el comportamiento de nuestros dirigentes que parecen haber perdido la cercanía, la proximidad con un cuerpo social que no se siente representado adecuadamente.
Firmado por José Manuel Hesle, Tatiana Sánchez, Antonia Alvarado, María Dolores Real, Carmen León, José Antonio Ríos, Luis de la Torre, Baldovinos Miguélez, Juan Vidal, Gregorio López, María del Carmen Holgado, Juan Antonio Gómez, Manuel Torres Lapi, Fermín Moral, Francisco Blanco, Gabino Paradés y Joaquín Torres.
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