Antonio Hernández-Rodicio

El PTF

25 de marzo 2025 - 11:57

Gonzalo Córdoba logró, al menos, tres hitos insuperables: dotar a Cádiz de una identidad gastronómica, lograr que su proyecto tenga larga vida a través de sus hijos y nietos; y una tercera no menor: cuando en nuestra ciudad se decía Gonzalo no había equívocos. Solo había un Gonzalo, tal era su nivel de popularidad y reconocimiento. Cuando alguien no necesita el apellido para ser identificado puede dar por hecho que ha alcanzado un estadio superior.

En la década de los 90 y durante muchos años emitíamos 'Los encuentros de la SER' de Radio Cádiz desde el reservado situado a la derecha según se entraba, con Antonio Yélamo al frente. Por los micrófonos pasaron personalidades de todos los ámbitos de la provincia: alcaldes, gobernadores, empresarios y líderes sociales. También hubo muchos invitados de interés nacional: ministros, presidentes de grandes empresas públicas y privadas etc. Gonzalo entraba siempre por la puerta con el encuentro comenzado. Se colocaba en una esquina de la mesa mirando y escuchando atentamente al interviniente. Acodado en la mesa y las gafas ligeramente caídas. Cuando acababa su disertación, ya con el micro apagado, inequívocamente, siempre le decía al invitado: “Eso que ha dicho usted está muy bien, pero hay que traer barcos para Cádiz”. Ese era su mantra. Barcos para Cádiz. Eran años en los que astilleros se resfriaban más de la cuenta y hacían estornudar a Cádiz. Comenzaba la conversación posterior a la entrevista y seguía Gonzalo en la mesa recortando cada plato ajeno con cucharadas robadas, con tanta naturalidad como estilo, y limpiando las últimas porciones de cada ración. Con la mirada y un leve gesto de cabeza movía a los camareros, que interpretaban perfectamente su lenguaje de signos, el idioma oficial del patrón de El Faro.

Persona y personaje de referencia durante muchos y largos años de la ciudad, se mostraba cariñoso, cercano e incluso, en ocasiones, entusiasta con todos los políticos que por allí pasaban. Celebraba la presencia de los del PSOE como los del PP, el PA o IU. Un día sintió, innecesariamente, que debía explicarnos aquel equilibrio que prodigaba en forma de abrazos a los representantes de los partidos más dispares y de relaciones muy enconadas. “Yo en realidad solo soy de un partido”, nos dijo, “del PTF: el Partido de los Trabajadores del Faro”. Ha muerto el presidente de honor y fundador del PTF. Será difícil olvidarlo e igualarlo.

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