
Cambio de sentido
Carmen Camacho
Quiero que esto sea un ‘hit’
Cambio de sentido
Escucho de fondo en la radio –la casa quieta, luz baja, manzana de postre– a dos tipos que hablan de cómo se hacen las series de éxito. Algoritmo, fórmula, segundo exacto en que alguien abandona el capítulo…, todo esto lo saben y manejan. Refrescan la charla con palabras placebo, rollo “intuición”, “mi equipo”, “creatividad”. Intentan esquivar la palabra producto, “producto cultural”, y no hay manera. Es la lucha por petarlo, la competencia es dura. Pasa igual con los libros, añaden. Tanto es así que se habla de “El libro de la semana”: hay que pelear fuerte para entrar ahí, sostenerse, no caer. Nos va en ello no –no solo– el papeo sino el prestigio, ese culmen de la identidad andamiada desde fuera. “¡Quiero que esto sea un hit!”, cantaban en concierto la otra noche los León Benavente con toda retranca. Les hicimos los coros, partidas de risa.
Dejo de pelar la manzana para apagar la radio. Lo que cuentan suena a esa voz ajena que se nos clavó en los ijares y dice sandeces del tipo “Vas a ser la envidia de todos”, “Ahí fuera hace frío”, “En todos los trabajos se traga”, “La fama cuesta”, “¡Qué suerte, estás en todos sitios!”, “En esta casa no queremos mediocres”, “Dientes, dientes…”, y a ese saludo de despedida –“¡Éxitos!”– que cierta ocasión recibí de parte de la triunfadora de la noche, que me dejó en vela. Qué alto precio, el de llegar a ser si olvidamos mientras tanto lo que somos. Sabe a nada esta fruta. En el mundo de la autorrepresentación y la visibilidad, donde todo, hasta una misma, es marca y producto, estas lógicas han calado no solo en la mentalidad de los CEOs –ahora se hacen llamar así hasta los manijeros en la aceituna–, “creadores de contenido” y machacas de la industria del entretenimiento; también entre las gentes del común. El resultado suele ser una frustración y un agotamiento salvaje como el sistema que nos insta a meter cabeza para luego asomarla, ese contorsionismo. Después, que si el estrés, el cansancio y la ansiedad es una epidemia. Más bien resultan una inevitable respuesta humana, bastante antisistema.
La buena noticia es que la vida es otra cosa; que los caminos son otros, y se hacen al andar. Nadie realmente memorable ha seguido en su vida y obra carriles trillados, ni ha perdido el sueño por obedecer tendencias y causar agrado, sino por ser quien es y procurar hacer y decir en libertad. Llegar al corazón de la manzana. No hay más gloria. Todo lo demás es la monda, de nada sirve si no hay pero que valga.
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