Rearme y mili

Gafas de cerca

30 de marzo 2025 - 03:07

Nos extinguimos los últimos reemplazos del servicio militar obligatorio. Un deber patriótico, o una verdadera faena... que dejó de serlo, porque la mili dejó de existir en 2001. Hoy mucha gente cree que un poco de instrucción militar vendría bien para proveer de beneficios formativos y de convivencia a jóvenes de toda índole. No sólo lo sugieren los militones de la “fachosfera”, madre sideral de una “ultraderecha” convertida en perejil propagandístico. Austria, Estonia, Dinamarca, Finlandia, Grecia, Letonia, Lituania, Noruega, Suecia, Chipre, pronto Francia y Reino Unido, por no hablar de Ucrania, son países europeos donde todo chaval debe aprender a organizarse en grupo, a obedecer sin rechistar y a defenderse en cuartel, trinchera o batallón.

Recuerdo los kits de supervivencia o maniobras de los marines de la base americana de Rota. En particular, la carne en lata y el “pinobara” (peanut butter, manteca de cacahuete). No paramos de hablar de una guerra contra Rusia y, más silentemente, contra Marruecos. A las que pudieran, distópicamente, abocarnos el divorcio con EEUU de la mano del Croupier del Arancel y la voladura de la OTAN y la multilateralidad; un señor con domicilio en la Casa Blanca, Washington, USA, con crecientes adeptos entre asombrosos prorrusos ibéricos (lo fue Podemos, lo es Vox). Un gazpacho majado entre el odio a Sánchez y las promisorias tajadas electorales.

No sabemos con cuánta seriedad y verosimilitud, hablamos de acumular comestibles y medicamentos en los hogares, no sea que empiecen a llegarnos pepinazos y su consiguiente parálisis logística. Si la Crisis del Ladrillo de 2008 ya encogió nuestras rentas del trabajo, y la Pandemia de 2019 para qué te digo, una nueva inflación se cierne sobre nuestras expectativas. Si comenzamos a vaciar lineales del súper como posesos, la inflación y su hija, la pérdida de poder adquisitivo, nos empobrecerán aún más.

Uno se resiste a creer en que nos amenaza la tercera o décima guerra en Europa. Pero, ojo, a nuestro profesionalizado Ejército –el que estará seguro a unas malas– no le llega el presupuesto para formar a levas forzosas, a gestionar guarderías con jura de bandera. Salvo que parte de los 25.000 millones al año que España compromete para el rearme se dediquen a instruir en montar y desmontar el fusil, tener la taquilla y las botas en estado de revista, ir a almorzar a la carrera, dar barrigazos. ¡De frente, paso li-gero! ¡Ar! Es una sugerencia. Y que esos meses coticen como un trabajo. Do ut des, Si vis pacem, para bellum (Google traduce).

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