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Cinco días después de recibir el VIII Premio Federico Joly en Cádiz, Sara Baras triunfó por todo lo alto en Barcelona. Participó en un espectáculo al aire libre, en el Paseo de Gracia barcelonés, junto al tenor Josep Carreras que sirvió como cierre de la Copa América y para conmemorar el bicentenario de este espacio urbano, que es el más distinguido de la capital catalana y el lugar de reunión para las compras de lujo. Para entendernos, allí están todas las tiendas que se fueron de la calle Columela, pero también todas las que están en los córners de El Corte Inglés de la Bahía y algunas más de origen parisino. Tiendas para ricos, que dirían algunos.
Es significativo que Sara Baras haya sido elegida para este espectáculo, que terminó con un Amigos para siempre, y que evocó en cierto modo los tiempos olímpicos de Barcelona 92. Josep Carreras (que en sus comienzos era conocido como José Carreras) fue uno de los tres tenores famosos, junto a Luciano Pavarotti y Plácido Domingo. Pasa por ser el cantante catalán más universal en estos momentos. No es un cantante como Lluís Llach, la voz del independentismo, sino de otro nivel, y con implicaciones solidarias, además de su valía artística.
Por el contrario, Sara Baras no es catalana, sino andaluza y gaditana para más señas. Y eso nos debe llevar a reflexionar sobre el catetismo aldeano que a veces impregna el arte. Para la clausura de los eventos internacionales de la Copa América no han organizado un concurso de sardanas en el Paseo de Gracia barcelonés, sino que han contado con una artista que baila divinamente y tiene categoría internacional. Su matrícula es lo de menos, pero no se debe olvidar. Porque ahora en Cataluña las cosas están cambiando. Salvador Illa sabe que el PSC ha llegado al poder gracias en parte a los votos de los emigrantes y sus hijos. Basta ver los resultados y la configuración social de esos municipios para darse cuenta.
En algunos discursos políticos de las últimas elecciones se destacó el papel que han tenido los andaluces en el desarrollo de Cataluña. Se suele decir que como mano de obra barata en los años del franquismo; pero no es sólo eso, ya que en empresa punteras catalanas también trabajan profesionales andaluces de primer nivel. Y que hayan contado con Sara Baras en un espectáculo de renombre, donde Barcelona proyectaba su imagen al mundo, es un dato a considerar. El mérito también existe y también influye.
A ver si aprenden los que creen que el mundo se termina en Cortadura, singularmente a la hora de contratar.
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