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CON lo pequeñito que es El Puerto, su situación política puede echar una luz a la coyuntura nacional. Como se sabe, el tripartito del Puerto ha hecho honor a su nombre y se ha partido en tres. El alcalde ha cesado a los concejales de Levantemos, la franquicia (con perdón) de Podemos; y los de Izquierda Unida han quedado en tierra de nadie. Los problemas municipales internos y subterráneos (y no sólo porque han salido a la luz a cuenta de unos aparcamientos subterráneos) no son de mi incumbencia para este artículo. Me interesa la situación.
El alcalde del PSOE, como tiene la vara de mando, tiene la batuta de la orquesta, y ha echado a media corporación, pero él sigue. Será muy difícil echarlo, porque el PP, que ganó las elecciones, ni en sueños tiene ningún partido que le apoye en una moción de censura. El cordón sanitario contra el PP es el cinturón de seguridad de De la Encina, que sabe por experiencia socialista que nadie, y menos en tiempos electorales, se juntara con los populares. El que se sienta en el sillón se hace inexpugnable.
Y esto es lo que nos puede servir para la coyuntura nacional. En una situación en la que los posibles aliados son acérrimos rivales (y peor cuanto más cerca), el que aúpe al rival a La Moncloa puede encontrarse con la jugada de De la Encina. El presidente del Gobierno de España tiene margen de sobra para cesar a sus ministros y para gobernar en minoría o buscando apoyos variables, según le convenga. Montar una moción de censura exige que sea constructiva y que tenga posibilidades de ganar. Para hacer un Hernández Mancha (que la perdió y se perdió con ella) no abundan voluntarios.
Los pactos que sigan al 26 de junio tendrán que lidiar con la desconfianza que provoca esta ventaja del que se sienta en el sillón de mando. A lo que no ayuda en absoluto la paradoja de que precisamente todos aquellos que pueden pactar son los que compiten por un mismo nicho de electorado, de modo que su enemistad es íntima y a muerte. El PP tiene a Ciudadanos en su punto de mira y, a la vez, como punto de apoyo. La relación del PSOE con Podemos es aún más esquizofrénica. El que necesite los apoyos los suplicará hasta el día de su investidura y luego cambiarán las tornas. Si eso no estaba suficientemente claro en la teoría, el ayuntamiento del Puerto, humildemente, lo está mostrando en la práctica. Para que quede nítido a todos y se apliquen el cuento.
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