La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
La aldaba
Hay titulares de informaciones que piden mármol, que reflejan a la perfección una etapa, que dejan constancia fehaciente de los usos y modos de una coyuntura. El viernes nos topamos con uno que firmaba Stella Benot en todos los periódicos del Grupo Joly a cuenta de la sesión vivida en el Parlamento autonómico: “Sus señorías se insultan y se faltan al respeto”. ¡Dios santo, en Andalucía estamos ya como en Madrid pero sin títulos de Champions y con muchos menos restaurantes del Grupo Rodilla! Uno se queda pasmado, coge el teléfono y le pone un mensaje de solidaridad a don Jesús Aguirre, presidente de la cámara que cuenta con una verdadera legión de seguidores por su estilo original y, sobre todo, auténtico, tan en desuso en la política actual. Hay verdaderos aguirres entre los profesionales de la prensa andaluza. ¿Por qué? Un señor que al término de la pasada legislatura dijo que continuaría en política porque lo había hablado con quien lo tiene que hablar, que es su señora esposa, merece un óle como la mezquita catedral de Córdoba. Los aguirrers sufrimos con don Jesús por episodios como los del miércoles en el antiguo Hospital de las Cinco Llagas. ¿Qué clase de gente representa a más de ocho millones de andaluces a los que hay que instar a que no se insulten ni se imputen delitos? Recuerda uno a aquel concejal comunista, don Antonio Rodrigo Torrijos, al que la bancada de la derecha le daba caña no siempre con buen estilo. El correoso edil se defendía con ironía: “Ustedes no hacen honor a lo que se gastaron sus padres en sus colegios privados”. No se aprecian ya recursos ácidos, inteligentes y disimuladamente incisivos en el arte de la oratoria parlamentaria. La acusación directa, el zasca y el lenguaje zafio han sustituido aquellos grandes recursos para los que, claro, hay que tener una mínima base cultural y, sobre todo, cierta habilidad trufada de estilo. Aguirre se tiene que emplear a fondo como la gobernanta de un colegio mayor de pipiolos díscolos. A este paso tendremos que promover un código de buena conducta entre parlamentarios, porque sus señorías no traen aprendidas de casa las más elementales buenas formas. Hasta no hace mucho el Parlamento de Andalucía era un oasis en el desierto crispado de la política española. Mala cosa el estruendo del miércoles porque falta mucho para las elecciones. Esperemos que Aguirre convoque pronto para el villancico. El sabio cura Chamizo ya se lo dijo a sus señorías: “La gente está muy cabreada con ustedes, no sé si lo saben. Están muy enfadados porque los ven todo el día en la peleíta. La gente está hasta el gorro de todos ustedes. No sé si puedo decirlo con todo el cariño del mundo”.
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