Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Los que manejan el mundo
El balcón
La dirección nacional del PSOE ampara a Juan Espadas. Y Espadas abriga a los ocho secretarios provinciales socialistas. Hay una generosa solidaridad en la nomenclatura del partido. Un respaldo mutuo ajeno a la desconexión que sufre PSOE-A con la sociedad andaluza. Este ha sido desde su origen un partido muy institucional, que era gobernado desde la Junta. Chaves, Griñán y Díaz, primero fueron presidentes de la Junta y después secretarios generales del partido. Espadas fue elegido candidato a las elecciones de 2022 y después, investido jefe del partido por aclamación.
Las derrotas consecutivas han generado frustración en una afición acostumbrada muchas décadas al triunfo. Durante más de 36 años la Junta era el remedio a todos los males. Se recuperaba para cualquier desempeño a un alcalde que perdiera su cargo; se lanzaban carreras municipales con delegaciones provinciales… El gobierno andaluz era una bolsa de empleo garantizada para los socialistas. Ese motor se acabó. Ahora la oficina de colocaciones está en otras manos; es el PP el que encadena éxitos y promueve a los suyos.
Es posible que Espadas acabe por no irse y sea el candidato perdedor dentro de dos años. Él aduce que su partido tiene un suelo. Es cierto. Salvo en Almería y Málaga, donde no llegan al 30%, en las demás provincias han estado entre el 31 y el 35% de los votos en las europeas del domingo. Pero con eso no impedirían otra mayoría absoluta del PP de Moreno, que en su afán por copiar todos los eslóganes de las cuatro décadas de gobiernos socialistas acaba de apropiarse de otro más: “el PP es el partido que más se parece a Andalucía”. Juan Espadas quizá se quedará, pero no vencerá. No consigue que remonte un partido alejado de la sociedad, ni genera ilusión en la tropa de militantes, ni convence a los simpatizantes sobre su capacidad de liderazgo, ni puede contrarrestar el impacto que sobre la opinión pública provocan los privilegios de trato a Cataluña por parte del Gobierno de la nación. Lo mismo que tiene un suelo aseado, tiene un techo demasiado bajo. La novedad ahora es que suenan tambores de guerra en el PSOE andaluz.
Espadas exhibió el otro día un mapa regional monísimo: más rojo que azul a simple vista. Era una de esas informaciones tramposas a las que nos tienen acostumbrados los políticos. Hay muchos municipios en los que ganó el PSOE a lo largo y ancho de Andalucía. Ayudaba a la foto su gran extensión territorial, pero lo que no se veía en la imagen era su escasa población. En Málaga, por ejemplo, el PSOE ha ganado en 53 localidades y el PP sólo en 48, lo que es un espejismo: en realidad los populares le sacaron casi 50.000 votos a los socialistas en la provincia y más de nueve puntos. Puede ser en Málaga donde se rompan las hostilidades. Es una provincia en la que se dieron cruentas guerras púnicas entre guerristas y renovadores en el pasado. Saben cómo se hacen esas cosas. Ese techo sí que es alto.
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