El balcón
Ignacio Martínez
Mazón se enroca
La aldaba
Es fácil denunciar el problema de la vivienda en España, las dificultades de los jóvenes para salir de casa y los salarios precarios que lastran las expectativas de futuro. La complicación está en analizar los matices, como ocurre siempre en la sociedad española cuando toca abordar asuntos para los que previamente ya se ha instaurado un marco mental asfixiante. Los expertos en la materia nos dan la matraca sobre las diferentes generaciones de jóvenes a las que ponen nombres como a las borrascas. Denuncian que se sacrifican menos, critican que están mucho menos dispuestos al sacrificio y sí ponderan que tienen muy claro que hay vida más allá del horario laboral. El vicepresidente ejecutivo de Porcelanosa, Silvestre Segarra, ha asegurado con razonado optimismo en un foro de la Asociación Española de Directivos que se ha reconciliado con la juventud española al comprobar cómo han reaccionado para arrimar el hombro en Valencia, incluso a pesar de las indicaciones de los cuerpos y fuerzas de seguridad. Parece que hay consenso en que los jóvenes de hoy tienen una elevada sensibilidad social, son muy solidarios y están dispuestos a coger el pico y la pala. Si hay que sonreír para enviar mensajes positivos al cerebro, conviene no meterse en el bucle de visiones negativas que a base de ser repetidas eclipsan los aspectos positivos. Queda la duda de hasta qué punto los papás y las mamás, la clase política y la sociedad en general son la causa de esas debilidades porque, como apuntan los psicólogos, hay una generación de jóvenes que se sienten estafados porque se han derrumbado sus certezas previas a la pandemia. ¿Están dispuestos a renunciar a menos cosas porque entre todos se les ha creado esa zona de confort de la que cuesta un mundo salir? El caso es que tienen que ser más proactivos que nunca porque tienen casi todo en contra. Segarra se ha quedado muy tranquilo con la reacción de la juventud en Valencia hasta el punto de que ya no ve comprometido el sistema de las pensiones. Hay futuro, hay garantía. Eso dice quien dirige una empresa de reconocida implantación internacional, que está en contacto cada día con el mundo real y que vaticina que el empuje de estos jóvenes de hoy forzará que la generación actual tenga pronto que dar un paso atrás para dejarles paso a ellos, los del pico y la pala, en los momentos más delicados. Quizás hubiera sido muy positivo contarle a los jóvenes la verdad, no haberles creado un mundo de Disney, ni prepararles rutas siempre cuesta abajo. Demasiado bien han salido muchos pese a los adultos, como se comprueba en Valencia. La esperanza ha llegado con el pico y la pala, como de costumbre. Trabajo, esfuerzo y compromiso.
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