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En tránsito
Eduardo Jordá
¿Capitalismo o estatalismo?
La aldaba
El presidente del PP de Sevilla cobró cheques de hasta 1.200 euros en diferentes meses de 2012, 2013 y 2014. No los incluyó en su declaración de la renta. Pero Juan Bueno ha salido del burladero de la mediocridad para decir que exigirá una rectificación. Dice que ese dinero era para pagar gastos de representación, entre ellos desayunos (¡Echa manteca colorá, Juan Bueno!). Mucho peor aún es que la entonces delegada de Hacienda y hoy nada menos que directora de la Agencia Tributaria del Ayuntamiento de una ciudad con casi 700.000 habitantes fue beneficiada con más de 20.000 euros en distintos cheques, pero ella dice que no fueron sobresueldos, sino el pago por labores de asesoramiento, manutención y locomoción. Es una verdadera lástima que alguien que en su día aprobó una oposición, se ganó su plaza de funcionaria municipal con esfuerzo, mérito y capacidad, y que decidió en 2011 incorporarse a la vida pública caiga en el mismo error y en los mismos vicios que una clase política desprestigiada. Asunción Fley sabe que no es verdad cuanto ha alegado. Y lo tiene claro porque se trata de un asunto tratado en su momento por ella con quien hoy es un alto cargo de la Administración andaluza. Ni el entonces presidente del PP de Sevilla ni la directora de la Agencia Tributaria deberían continuar al frente de la cúpula de la Hacienda local. Si Fley se atornilla en el cargo se ha convertido en una más de la panda que vegeta en torno a los aparatos de los partidos. Ni Fley ni otros beneficiados pudieron ponerse al día con Hacienda por la sencilla razón de que hubieran dejado con el trasero al aire al entonces gerente del partido (que no ha querido hablar con este periódico) y a la mesa camilla que se quiso hacer con el control de la formación a partir de 2012. Nos toman por idiotas cuando nos cuentan que fueron gastos de “representación”. Creen que no conocemos la Ley del Impuesto de Sociedades o el Reglamento del IRPF que desmonta la absurda explicación de Fley. Todavía hay muchísimos lectores que analizan y se documentan sobre asuntos de actualidad. No basta con un tuit, un discurso emocional o un comunicado. No se trata de calificar de delito ni de ir al juzgado, se trata de tener claro que hay prácticas impresentables. Y no se concibe que personas con prestigio se hayan arriesgado por cheques de mil euros. De los personajes criados en el aparato político se espera todo. De los independientes cabría demandar ese valor del que carece la política actual. A lo mejor es que tienen razón. Los idiotas somos nosotros.
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