Topolinos pasados por agua

El Palillero

28 de marzo 2025 - 07:36

LA buena gente no se lo creía, pero ya estamos en primavera. ¿Y cuándo empezó? Depende. La primavera meteorológica comenzó el 1 de marzo, y es por lo que los jefes de la Aemet dicen que ha llovido poco este invierno, porque para ellos el invierno se terminó el día de Andalucía, que es cuando empezó el pasillo de borrascas. Para el calendario astronómico, la primavera empieza el 21 de marzo, que era el viernes de la semana pasada, cuando el pasillo de borrascas aún estaba con los coletazos. Y para una parte de los gaditanos la primavera empieza cuando abren Los Italianos en el día del topolino, que este año ha sido el 13 de marzo, en la plenitud del pasillo de borrascas. Ya ha salido el sol. Pero la gente quiere saber lo que va a pasar en Semana Santa. Otros años, con un Domingo de Ramos el 13 de abril, hubiera sido una Semana Santa de playa por la mañana y procesiones por las tardes. Este año ya se verá.

Verdaderamente curioso ha sido que la apertura primaveral de Los Italianos (o del Salón Italiano, nombre precioso, por cierto) haya coincidido con unos días pasados por agua, que nos hacían retroceder a las fechas más inclementes del invierno. Los forasteros dicen que en Cádiz el invierno es suave y no hace frío. Y es verdad que el termómetro no se pone bajo cero. En Cádiz no hace frío, hace humedad, como dicen los que van tiritando (tirititran tran tran) por el Campo del Sur. Y también, en los días de poniente y suroeste, cuando sopla un vientecillo que evoca la pesca del salmón en Islandia.

¿Y por qué cierran Los Italianos en invierno? Por motivos laborales y económicos del negocio, será, pero hay otras causas más profundas. El tiempo de los topolinos marca el calendario de la ciudad. Ha llegado el otoño y se acerca el invierno cuando está cerrado. Ha llegado la primavera y se acerca el verano cuando lo vuelven a abrir. Esta vez ha sido una primavera pasada por agua. Pero ya llegó la paloma con la ramita de olivo. Ya puede salir Noé del arca y pedir un topolino, o un chocolate con churros, a la vista de lo que se ha visto.

Ya he escrito que el Cádiz de Los Italianos no se puede perder. Es el Cádiz de Gianni, pero es también el Cádiz de otros siglos. Cádiz era ciudad “clara y fina”, era “un poco genovesa y un poco peruana”, según José María Pemán, que vivía en la plaza de San Antonio, al fondo de la calle Ancha. Esa calle que es más que una calle. Esa calle que han quitado hasta de la carrera oficial de la Semana Santa, pero que es un mundo y forma parte de la nostalgia americana, la huella italiana y la historia gaditana.

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