Tragaremos

En tránsito

01 de marzo 2025 - 03:07

En España –país que, si nadie lo remedia, se encamina tristemente hacia el Tercer Mundo–, casi nadie quiere saber nada de economía. Aquí todo es ideología, demagogia, frentismo –“los bancos nos roban, los ricos no pagan impuestos”–, pero nada de números, que son complicados y además no nos permiten chillar poniendo cara de licántropo. Una vez pregunté en una reunión de gente bien informada si alguien sabía algo de la deuda pública española. Nadie sabía nada. “¿Deuda pública? ¿Y eso qué es?”, decían. Y si preguntáramos en la gala de los Goya cuál es la cantidad de dinero que debemos exactamente los españoles –eso es la “deuda pública”–, estoy seguro de que el 95% de los actores y directores no tendría ni la menor idea. Y lo mismo pasa con escritores y artistas. Sí, la gente que pretende explicarnos la sociedad en la que vivimos ignora por completo que somos un país que vive a crédito, y que debe pedir prestado un dinero que nadie sabe cuándo tendremos que devolver ni en qué condiciones. Es como si unos geólogos que fuesen a explorar las placas del Pacífico no hubieran oído hablar jamás de la Fosa de las Marianas. Y cuando Pedro Sánchez publica una carta a la ciudadanía más falsa que un Rolex del Charco de la Pava, nuestros grandes artistas se echan a llorar de pena y desolación. Angelitos.

Por eso ahora también nos vamos a dejar engañar con ese truco barato de la “condonación” de la deuda autonómica. En este Gobierno todo son trucos de magia, pases de prestidigitador, embelecos de mago de feria. Pero basta con que se pronuncien las palabras mágicas –“progresismo”, “feminismo”, “antifascismo”– para que todos nos pongamos de rodillas, levantemos extasiados los brazos y gritemos “¡Aleluya!”. Ahora nos dirán que se nos perdona la deuda, pero todo es falso porque la deuda catalana seguirá siendo deuda, sólo que tendremos que pagarla entre todos. Y aun así, tragaremos. Y en mayo, cuando empiecen a darnos la paliza con que debemos financiar nuestra sanidad y nuestra educación con nuestros impuestos, todos correremos a rascarnos el bolsillo por el bien de nuestra sanidad y nuestra educación (aunque en realidad nuestro dinero tendrá que saldar las deudas desastrosas de una clase política como la catalana, la más calamitosa, irresponsable y estúpida de todo Occidente). Pero tragarán. Tragaremos. Y tanto que sí.

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