La trama

Alto y claro

13 de febrero 2025 - 03:05

La política tiene mala fama y una buena parte de los ciudadanos la miran desde una profunda desconfianza. Cabe preguntarse cuáles son las razones que han llevado a esta situación en un país que, por otro lado, da muestras de tener una sociedad bien articulada y con valores sólidos. Hace una semana un interesante ciclo de charlas y encuentros se preguntaba en Sevilla si los políticos eran la solución o eran el problema. La conclusión que salía de allí no era para que los gestores de lo público echasen las campanas al vuelo. Pero es lo que hay. Son los políticos los que han estropeado la política hasta terminar convirtiéndola en una actividad sospechosa.

No pasa un día sin que nuevos episodios vengan a abonar esta realidad. Si quieren uno más, bien significativo por las implicación de los que ahora gobiernan la ciudad de Sevilla, echen un vistazo a las informaciones que está publicando este periódico sobre la trama de cobro de sobresueldos en el Ayuntamiento y el PP local en los años del alcalde Zoido. Básicamente, se trataba de completar las asignaciones oficiales que recibían por sus cargos con gratificaciones particulares detraídas de los fondos asignados al grupo municipal para su funcionamiento. O, dicho de otra forma, se repartían con falta de transparencia absoluta y discrecionalidad total miles de euros al margen de lo reglamentado. Esto se producía en los años más negros de la crisis económica. Pero eso parece que importaba poco en algunos despachos.

Entre esos despachos estaba el del secretario general del PP de Andalucía de entonces, José Luis Sanz. La política, como la vida, da muchas vueltas y hoy es el alcalde de Sevilla, que tiene como número dos en el Ayuntamiento a Juan Bueno, uno de los beneficiarios de esos sobres que ayudaban a llegar a final de mes e incluso más allá.

Esta historia, a la que cada uno podrá dar la gravedad que considere, pero que desde el punto de vista de la ética no tiene un pase, puede sonarle a conocida. No es extraño. Recuerda a los manejos de Bárcenas con la contabilidad del PP en tiempos de Rajoy. De vez en cuando conviene echar la vista atrás para comprobar que las casualidades se dan menos veces de lo que pensamos.

Con asuntos como este se entiende que los ciudadanos muestren una desconfianza creciente hacia la política y se le empiecen a ver las orejas al lobo del extremismo. Pero se equivocan. La política tiene un problema que la degrada. Ese problema son los políticos.

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