El catalejo
Tensión en los astilleros
Su propio afán
SÓLO se me ocurre alguien que pueda lamentar como Rajoy que Sánchez haya perdido el pulso del socialismo: Rivera; aunque tanto, no. No, desde luego, Pablo Iglesias, que heredará de Sánchez la ilegítima. El líder de Ciudadanos sabe que Sánchez caía a la izquierda, dejándole todo el centro a él, mientras que el sector crítico se irá a los medios, comprimiéndole. Pero Rivera no se jugaba su cabeza, y Rajoy, sí.
Hay quien hace el análisis de que Rajoy saldría ganando de todas todas: antes, con Sánchez, con las terceras elecciones; ahora, con la gestora, mediante la abstención. No es tan fácil. Ahora la gestora tendrá que vender su apoyo a la gobernabilidad con un gesto (¿gestora viene de gesto?) grandilocuente. ¿Cuál mejor que cobrarse la cabeza de Rajoy? Los críticos no pueden de ninguna de las maneras descabalgar a su secretario general y revolucionar el PSOE para ofrecer, como si tal cosa, el gobierno a Mariano en una bandeja de plata. Los votantes socialistas se los comerían vivos. Otra cosa sería sacarnos del embrollo institucional habiéndose llevado por delante la pieza mayor del rival.
La gestora estará en una posición inmejorable para hacerlo, pues ha practicado y predicado con el ejemplo decapitador en su propio Secretario General. Rajoy no tiene otra terquedad rival en la que escudarse. Sánchez, a pesar de sus noes o por ellos, era el principal asidero de Rajoy. Por supuesto, Mariano podrá negarse a dar el paso a un lado que le pedirán, y amagar con las elecciones de nuevo; pero estará menos legitimado y, sobre todo, no podrá cargar la culpa de la próxima convocatoria en nadie de enfrente.
Unas terceras elecciones, así, no le resultarían tan ventajosas como cuando iba a ellas porque Pedro Sánchez se obcecaba en el no-no, y maquinaba, encima, para pactar con Podemos y los nacionalistas, agitando el espantajo del Frente Popular. No se las ponían tan fáciles ni a Fernando VII, añorará Rajoy, que es un maestro en verlas venir. Lo visualizo, por tanto, en La Moncloa lamentando, con pasión de aficionado al ciclismo, que el pelotón (o la pelotera) de Ferraz haya cazado al escapado Pedro Sánchez antes de que ambos cruzasen la meta volante del nuevo gobierno popular. Todavía imagino otra razón, más enrevesada, por la que Rajoy fue el último sanchista de España, pero ésa resulta más especulativa y, por tanto, será más adecuada para la mañana del lunes. (Continuará.)
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