Kiko / Cuadrado

El valor de la amistad

cine madariaga

24 de octubre 2012 - 01:00

HAY cosas que no se compran. Es más, el hombre más pobre, o lo que es lo mismo: el que menos dinero tiene, puede ser más rico que el que sólo cuenta con millones de euros. Más de una vez hemos escuchado frases como: "es tan pobre que sólo tiene dinero". Conozco a quienes han hecho de él su filosofía, su razón de ser. Sin entender que un pobre es un pobre, y en eso el dinero no tiene nada que ver. Facundo Cabral escribió Pobrecito mi Patrón. Dice: "yo no sé quién va más lejos, la montaña o el cangrejo. Pobrecito mi patrón, piensa que el pobre soy yo… Más que el oro, es la pobreza, lo más caro en la existencia. Solamente lo barato se compra con el dinero. Lo importante no es el precio, sino el valor de las cosas...".

En la vida, hay algo que tiene un valor especial. La amistad es un bien preciado y el que cuenta con él puede sentirse dichoso. Existen muchos ejemplos verídicos y fingidos: Don Quijote y Sancho Panza, personajes inmortalizados por Miguel de Cervantes simbolizan la amistad entre personas de diferentes perfiles. Don Quijote se "sanchificaba" y Sancho se "quijotizaba". No está reñida la amistad de un alto ejecutivo con la de un peón. Las relaciones de amistad han sido narradas, tanto en el mundo de la literatura, como en el cine y la televisión. Aparte de los personajes del Quijote: Sherlock Holmes y Watson, los Tres Mosqueteros, o notables como el gordo y el flaco, entre tantos, que tenían como denominador común la ausencia de interés.

Sin embargo, la amistad se convierte en amarga cuando alguien la quiebra. No hay nada más cobarde que la deslealtad y la traición, que han existido desde que el mundo es mundo. Judas Iscariote es el primer gran traicionero conocido. Alguien capaz de vender y entregar a su maestro y amigo por treinta monedas de plata. Las mismas que lo han aupado a la fama eterna. La historia está repleta de traiciones, aunque sólo conocemos las más sonadas. La traición es una lacra perpetua. Quebrantar la fidelidad, o lealtad, que se debe guardar a un amigo, un superior, e incluso a un familiar, es indigno. Tengo que reconocer que es algo superior a mis fuerzas. Lo detesto profundamente, y supongo que muchas personas, a lo corto, o largo de sus vidas se habrán sentido traicionados, de una u otra forma. El traicionero suele ser un ser sin escrúpulos. Un cobarde incapaz de conseguir su propósito, sino es asestando una puñalada trapera, en el momento más inesperado. Todos están cortados por un mismo patrón.

Marco Junio Brutus, otro ilustre traidor, era muy querido por Julio César, emperador romano. El descontento con la República y sus ambiciones políticas lo motivaron a asesinar al Cesar. Al ver el puñal en la mano de Bruto, Julio César exclamó: "Tú también, hijo mío", y no opuso resistencia. De todas formas hay quien es tan mezquino que es capaz de traicionar por un simple bocadillo de mortadela. Los amigos de verdad, los que no te abandonan se suelen contar con los dedos de una mano. A ellos le canta Alberto Cortez: "cuando un amigo se va, queda un espacio vacío que no lo puede llenar la llegada de otro amigo. Cuando un amigo se va, queda un tizón encendido que no se puede apagar ni con las aguas de un río…" Al acordarme de algún amigo del que no sé nada, me viene a la mente esa canción de Pablo Milanés que dice algo así como: "¿Dónde están, los amigos que tuve ayer?, ¿Qué les pasó? ¿Qué sucedió?, ¿A dónde fueron? Qué triste estoy. ¿Dónde están? Ayer vieron a Pepe allí, a Juan acá, a Hildita allí…" Lo dicho: ¡qué gran valor el de la amistad y qué bien tan preciado!

stats