La esquina
José Aguilar
¿Tiene pruebas Aldama?
Desde Tribuna
A lo largo de su historia el Cádiz ha demostrado que es capaz de lo mejor y de lo peor. En los últimos años, es más capaz de lo peor, eso también es verdad. El partido de ayer ante el Real Oviedo fue como la tarde del ascenso a Primera en Elche, pero al revés. Los hinchas del Elche ya tenían todo preparado para festejarlo y llegó el Cádiz (aquel Cádiz, que creía en los milagros) y dejó un estadio convertido en sepultura, con la fiesta estropeada. Fue parecido a lo que protagonizó el Oviedo en Carranza. El ascenso fue para ellos.
De vez en cuando, parece que la Ley de Murphy se elaboró pensando en el Cádiz. En el sorteo quedaron emparejados con el Real Oviedo. En teoría, eran los dos rivales más fuertes. Ahí se lució el presidente del Nástic, que sacó primero la bolita del Huesca (el rival más fácil) y después la de su equipo, con la vuelta en Tarragona. ¡Ay, qué envidia para el Cádiz!
Pero no creímos que la desgracia fuera tan dura. Para empezar, tocó la vuelta en casa, que es una ventaja. Para seguir, el Cádiz jugó una buena primera parte en Oviedo y una segunda donde empezó a estropear la eliminatoria, pero regresó con un 1-1 que parecía suficiente. Por primera vez en las últimas décadas, se consiguió que anularan una tarjeta a un futbolista importante, como es Garrido. Todo parecía a favor…
Pero es probable que Murphy se vistiera este domingo con la camiseta amarilla. Algunos no creen en los gafes del fútbol, pero yo sí, Creo que incluso se puede demostrar por cálculo de probabilidades. La ley de Murphy se fundamenta en eso. Tanta euforia previa invitaba a la duda. No se puede vender el oso antes cazarlo y Asturias es territorio de osos. Al Oviedo le bastó un zarpazo de su central David Fernández en un saque de esquina, penosamente defendido, al principio del segundo tiempo (hasta ahí no tuvo ocasiones, aunque dominaba el juego), para liquidar las ilusiones cadistas.
Al equipo amarillo le faltó cabeza para jugar el partido, y también corazón cuando había que ir a por todas. Señores, que en el descanso estaban a 45 minutos de cumplir los sueños de varios años. Bastaba con defender un 0-0 a muerte, sin despistarse en la estrategia. Pero este partido se perdió por no salir a ganar con verdadero convencimiento, sino a verlas venir. Y por no controlar el balón, y fallar decenas de pases fáciles, como ya pasó en la segunda parte de Oviedo.
Si los asturianos no ganaron con más claridad fue por el partidazo de Servando, que se comió al goleador Linares en esta eliminatoria, y por el trabajo de Garrido, cortando una vez tras otra, aunque para nada. Kike Márquez pudo marcar en dos jugadas aisladas en la primera parte, pero ahí faltó también un poco de suerte. Jona y Airam no pescaron un balón de gol en toda la tarde. Y eso hizo pensar que quizá fue un error que no saliera Fran Machado como titular, para dar más equilibrio. Tampoco supieron reaccionar con casta y corazón en los últimos minutos, cuando ya iban a la desesperada.
Ahora no toca llorar, sino levantarse. Queda otra oportunidad y hay que aprovecharla. Pero se consiga o no, siempre recordaremos con tristeza este ascenso fallido, cuando todo estaba a favor.
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