Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Ramón Castro Thomas
Todavïa estamos en la octava de San Francisco de Asís, así que le voy a dedicar este artículo en su versión gaditana. Con esa gracia de Cai, tan peculiar, cualquier día, al salir de viaje, nos podrían decir: “¡Anda, que viajas más que el cuadro de San Francisco del Hospital de Mujeres!”. Ese cuadro, que pintó El Greco, y que se titula La visión de San Francisco, va de un lado a otro, y donde menos tiempo pasa es donde debería estar: en la iglesia del Hospital de Mujeres. Un templo, por cierto, donde algunos gaditanos y gaditanas jamás lo han visto. Sí, sí, jamás. Y no sólo por los viajes del cuadro, sino porque a esa iglesia no va casi nadie. Aunque el Hospital de Mujeres, en general, y el San Francisco de El Greco, en particular, deberían estar en el top 10 para quienes quieran conocer los tesoros de la ciudad.
La visión de San Francisco está plasmada en su rostro, con el admirable estilo de su autor, El Greco, en la plenitud de su valía. Es una obra maestra, y por eso la piden tanto, y por eso no está casi nunca en Cádiz. Aquí a la gente le preocupa poco tener o no tener una obra maestra, sino que prefieren decir que hay muchos turistas. El cuadro no es profético en su tierra. Está más valorado fuera de Cádiz.
Desde junio, y hasta el mes de noviembre, se encuentra en la colegiata de Villafranca del Bierzo (León). Tierra de buen vino y apreciados embutidos. Un lugar ideal para viajar, y almorzar un cocido maragato con tinto de la tierra, después de ver el cuadro de El Greco. Forma parte de Las Edades del Hombre, en una exposición que este año se denomina Hospitalitas: La Gracia del Encuentro. Se refiere el título al camino de Santiago; y no al encuentro con el cuadro, que se suele encontrar en cualquier lugar menos en Cádiz.
Había regresado en marzo, procedente de Milán, donde estuvo en una gran exposición dedicada a El Greco, con 25 pinturas de San Francisco de Asís. Hace 10 años, vi el cuadro en Toledo, para otra exposición de El Greco, aunque no sería por falta de grecos en Toledo. Y todavía recuerdo la polémica que se montó cuando se lo llevaron al Museo del Prado para ser restaurado (por cierto, magníficamente). Quizás algunos pensaron que no volvería, pues sabido es que casi todo lo que llega al Museo del Prado se queda allí. Con la excusa de que no va a estar mejor en ningún sitio.
Pero con el cuadro viajero no se quedará nadie, porque es de Cádiz y de su diócesis. Deben avisar cuando vuelva, para que a la gente no se le olvide que este San Francisco, de El Greco, tiene su casa en el Hospital de Mujeres.
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