La burbuja española

En unos momentos de grave convulsión internacional, con la Unión Europea y la OTAN sumidas en una profunda crisis de identidad, la política española vive en una burbuja en la que parece no importarle demasiado el giro que está experimentando la situación mundial. El Congreso ni ha celebrado ni tiene previsto celebrar ningún debate para abordar las consecuencias que para España puede tener el nuevo orden que se empieza a configurar tras el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. La sesión de control al Gobierno de la semana pasada fue un claro ejemplo de cómo los líderes de los principales partidos prefieren seguir inmersos en debates de corto alcance en el que se sacan a pasear argumentos manidos sobre la situación del fiscal general del Estado o los casos de supuesta corrupción que afectan al Ejecutivo. Por ahora, lo único que cabe apuntar como aportación española al estado de preocupación en el que se debate Europa ha sido alguna declaración insustancial del presidente del Gobierno sobre Ucrania, la clara oposición de sus socios de Sumar a un aumento de los gastos de defensa o el hecho, fácilmente constatable, de que Vox ha perdido su autonomía política para convertirse en un peón europeo del nuevo trumpismo. La política española se ha puesto de perfil ante una coyuntura que le afecta ya de forma muy directa y que va a tener consecuencias en todos los órdenes de la vida nacional. Esta actitud se evidencia de forma especialmente palmaria en el Partido Popular y en su presidente, Alberto Núñez Feijóo, que llevan semanas actuando como si en el mundo no hubiera pasado nada. El futuro de España está estrechamente ligado, en estos momentos más que nunca, al de sus aliados y nuestro país es uno de los actores fundamentales de la UE. Ello obligará a tomar decisiones y ninguna será fácil. Mirar para otro lado es una actitud torpe y suicida.