Frágil alto el fuego

Editorial

17 de enero 2025 - 03:04

Todos los observadores coinciden en que el alto el fuego negociado en Catar que permitirá, al menos de momento, poner fin a la agresión israelí a la Franja de Gaza está directamente relacionada con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, ha optado por zafarse de la presión que iba a ejercer el nuevo presidente, de comportamientos imprevisibles, y ha aceptado ahora las mismas condiciones que hace sólo siete meses rechazó a Joe Biden. Pero también ha quedado claro que este acuerdo no hubiera sido posible si Netanyahu no considerara ya cumplidos, al menos de forma parcial, los principales objetivos de su ofensiva. Hamas, que controlaba Gaza con mano de hierro, está diezmada y descabezada y ha sufrido un golpe del que es muy posible que no se recupere nunca. El ataque a Israel del 7 de octubre de 2023 se ha demostrado un error estratégico de la milicia yihadista que al final ha costado más de 47.000 gazatíes muertos y la destrucción de la práctica totalidad de las infraestructuras de la Franja. Algo parecido puede decirse de Hezbolá en el sur del Líbano e Irán, lo que no era un objetivo menor, pierde peso estratégico en el endiablado tablero de Oriente Próximo. Pero sería un error echar las campanas al vuelo. El acuerdo alcanzado es de una tremenda fragilidad, como todos los que se han firmado con anterioridad en la zona y está lejos de abrir vías de solución para la situación de los palestinos. No hay garantías de una paz duradera e incluso se pone en duda que la tregua alcanzada suponga de forma efectiva el final de las hostilidades. Oriente Próximo va a seguir siendo un polvorín por tiempo indefinido y el regreso de Donald Trump, que el próximo lunes tomará posesión, al Despacho Oval no garantiza una situación más estable, sino quizás todo lo contrario.

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