Moción de censura en Jaén

La moción de censura que, previsiblemente, descabalgará el próximo 2 de enero de la Alcaldía de Jaén a Agustín González, del Partido Popular, para ser sustituido por el socialista Julio Millán, hay que encajarla en la normalidad institucional que representa este tipo de actuaciones políticas, basadas en el juego de mayorías que los ciudadanos determinan en las elecciones. Es lógico que el PP se lamente por la pérdida de una capital de provincia o incluso que busque razones ocultas más allá de las que exponen los convocantes. Jaén va a ser la excepción en un mapa municipal que hasta ahora era exclusivamente azul en Andalucía. Ocurre, además, en una de las dos provincias, la otra es Sevilla, en la que la ola de poder del PP no ha logrado cambiar el signo político de la Diputación. Jaén se convierte así en una isla socialista en medio de un mar popular. Pero demuestra falta de coherencia rasgarse las vestiduras por lo que está previsto que ocurra en Jaén mientras en el Congreso de los Diputados Alberto Núñez Feijóo no oculta su anhelo de presentar una moción de censura que desplace a Pedro Sánchez si logra sumar los votos necesarios con los separatistas catalanes de Junts, con los que ya ha logrado ganar varias votaciones en el Parlamento. Tampoco cabe olvidar para explicarse el caso de Jaén que esta capital representa mejor que ninguna otra todos los problemas que conlleva el cada vez mayor foso de desarrollo y oportunidades que se está creando entre la Andalucía litoral y la del interior. Jaén lleva años denunciando su postergación en inversiones e infraestructuras y en esa queja está el origen de la formación localista Jaén Merece Más, que es el artífice de que el cambio en la Alcaldía se vaya a realizar. El caso debería hacer reflexionar a la Junta sobre el modelo que se está aplicando en las zonas más desfavorecidas de la región.