Editorial
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La visita oficial de Susana Díaz al Ayuntamiento para charlar de Cádiz con su alcalde, José María González, se vivió ayer como un auténtico acontecimiento. La presidenta andaluza no solo vino para desbloquear los asuntos pendientes, sino que dio un fuerte impulso a muchos de los proyectos que la administración andaluza tiene en su agenda en la ciudad desde antaño y abordó junto al primer edil otros en los que ambas instituciones necesitan un mínimo consenso. Con ello, además de analizar a fondo cada una de las inversiones pendientes, alcalde y presidenta se comprometieron a destinar una partida económica -en la mayoría de los casos- y a cumplir unos plazos de futuro. La propia presidenta anunció que en el encuentro abordaron la cesión de una parcela en Altadis para la Ciudad de la Justicia; la puesta en marcha del Centro de Transferencia Empresarial; la apertura de la Estación de Autobuses; las obras del carril bici; el desafío que pasa por convertir el hospital Puerta del Mar en un centro de referencia de calidad en la investigación; la inyección de cinco millones para el Teatro Romano; el Museo del Carnaval (equipamiento para el que la Junta ya dispone de un millón de euros); y, entre otros asuntos de gran calado, la rehabilitación de la vivienda. Pero si hay motivos para celebrar que al fin viesen de cerca todos estos temas pendientes ya desde hace varios lustros -Manuel Chaves se comprometió básicamente a trabajar en los mismos proyectos hace ahora justo una década- más importante fue el clima que se respiró durante todo el encuentro. De hecho, ambos pusieron de manifiesto que con una clara predisposición al entendimiento, una hora y media da para mucho. Apartando cualquier interés partidista que se hace tan visible un día sí y otro también en la esfera pública -sólo hay que revisar los últimos plenos- ambos ayer se centraron en los problemas que afectan a los gaditanos desde el acuerdo y el respeto mutuo.
José María González ejerció, como cabía esperar, de excepcional anfitrión y se apresuró a destacar el compromiso y la voluntad por el interés común tras una reunión que calificó como "productiva". Díaz por su parte no defraudó y abrió una nueva etapa de colaboración con una batería de propuestas muy trabajadas que pueden marcar un antes y un después para una capital tan huérfana de inversiones. No está de más recordar, en este contexto, que lo que ayer fue noticia, la reunión entre ambos, tendría que entrar dentro de la más elemental normalidad institucional si la clase política no quiere que los ciudadanos se sigan distanciando de sus representantes a pasos agigantados.
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