Tragedia y devastación

Editorial

31 de octubre 2024 - 03:05

Valencia ha sido el epicentro de una tragedia que ha sacudido a toda España. Los efectos devastadores de la depresión aislada en niveles altos (DANA) que ha golpeado el este de la Península se ha cebado especialmente en esa zona provocando decenas de muertos y daños que todavía sería prematuro evaluar. Es la mayor tragedia natural ocurrida en el país en lo que va de siglo. En Andalucía, las provincias de Málaga, Almería, Granada y Cádiz también se han visto afectadas por un fenómeno meteorológico de especial intensidad, aunque, por fortuna, los efectos han sido mucho más leves. No es la primera vez que el levante español sufre graves inundaciones. Lo que hasta hace no demasiado tiempo se denominaba gota fría ha golpeado en la rivera mediterránea con relativa frecuencia, con episodios tan graves como la rotura de la presa de Tous en octubre de 1982, que provocó unos cuarenta muertos. Pero es evidente que en los últimos años sucesos de este tipo, ya con la denominación de DANA, han incrementado su frecuencia y su intensidad hasta llegar al que ahora tiene consternado al país. Hay consenso entre los expertos en que esta circunstancia se relaciona con los cambios que está provocando el calentamiento global. Los datos apuntan a un inquietante aumento de temperatura de las aguas del Mediterráneo como origen de la depresión atmosférica que se produce en otoño. Aun con este condicionante, es evidente que el este de España está expuesto a unos riesgos que se deben de tener en cuenta en la planificación de las infraestructuras y que obligan además a aplicar una política muy rigurosa de urbanización y de vigilancia de los cauces fluviales. La tragedia ha vuelto a poner de relieve, por otro lado, la eficacia y alta preparación de los servicios de emergencia, con presencia destacada de la Unidad Militar de Emergencias. Sin esas ayudas inmediatas seguro que estaríamos hablando de consecuencias todavía más graves.

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