La tribuna
Javier González-Cotta
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Elecciones al Rectorado de la UCA
En uno de sus ensayos Montaigne advierte de que la costumbre tiene pasos modestos pero rostro tiránico. En España se ha impuesto y aceptado la desgraciada costumbre de que los políticos vengan cada cierto tiempo a agitar el cajón de las leyes educativas, a menudo para enmascarar con supuestos cambios de fondo lo que suele ser una simple renovación del mobiliario. Ahora le toca el turno a la LOSU (Ley Orgánica del Sistema Universitario), en vigor desde abril. Si a ello añadimos los cantos de sirena del nuevo mapa de titulaciones que diseña desde hace tiempo la Junta de Andalucía y sendos proyectos de reales decretos sobre la ordenación de los departamentos y los ámbitos de conocimiento, ahora en barbecho hasta que se despeje el horizonte de la Moncloa, es evidente que los universitarios en general y los miembros de la Universidad de Cádiz en particular navegaremos en los próximos años por aguas agitadas, cuando no turbulentas. Y a nadie se le escapa que para navegar en tales condiciones serán imprescindibles mano experta y firme gobernalle durante los próximos seis años, el período que, según establece la LOSU, ha de durar la singladura de quien triunfe en las elecciones a rectora o rector del 16 de noviembre.
La campaña electoral no debe imitar el modelo nefasto de la política. De la más alta institución académica se espera que los dos candidatos (María Mosquera y Casimiro Mantell) confronten respetuosamente sus propuestas. Quien tome las riendas de la UCA no debe salir aupado desde el lodazal de las afrentas y los bulos, esa epidemia que infesta las redes sociales, sino fortalecido por el debate sereno, tolerante y fructífero.
Pero para optar al cargo no es suficiente escuchar a unos y otros en cientos de reuniones. Es preciso además liderar un proyecto de gestión valiente que sitúe a la Universidad de Cádiz en las mejores condiciones para encarar los muchos desafíos de un tiempo universitario nuevo. He aquí una muestra: situar la cultura en el lugar de prestigio que merece, alcanzar mayores cotas de excelencia en la investigación en un sistema fuertemente competitivo, promover una docencia de calidad y coherente con las formas de aprendizaje del siglo XXI, afrontar los retos de la inteligencia artificial, implantar el teletrabajo, abordar el envejecimiento de la plantilla con nuevas contrataciones y la consolidación de las actuales, atender la diversidad y la integración con políticas igualitarias y fomentar acciones sobre el desarrollo sostenible. Pero en un mundo tan deshumanizado e individualista, sería deseable que los nuevos gestores priorizaran la justicia, la equidad y la solidaridad en los ámbitos de su competencia.
Todo esto y más representa la candidatura de María Mosquera, catedrática de Física Química, la primera mujer que opta al cargo de rectora en cuarenta años de historia de la Universidad deCádiz. Celebrados han sido sus logros al frente del vicerrectorado de Política Científica y Tecnológica durante el mandato del rector saliente, Francisco Piniella. Gracias a su liderazgo la investigación en la UCA cuenta hoy con mayor prestigio internacional.
Su programa se fundamenta en una idea de raigambre antropológica: la dignidad de la persona, su valor primordial indiscutible independientemente del colectivo, titulación, centro o campus al que pertenezca. Sobre este cimiento se construye un edificio sólido. Una UCA Unida (es su lema) a través de todos los vínculos posibles: humanos, académicos, profesionales y, especialmente, territoriales. Porque la UCA debe operar, de una vez por todas, como motor de cohesión de la provincia, al margen de los intereses espurios y las proclamas políticas. La UCA como un organismo complejo cuyas partes deben interactuar armónica y productivamente. Esa es la mirada al territorio cercano. La otra, la proyección nacional e internacional, va de suyo si María Mosquera encabeza el proyecto.
Los miembros de la Universidad de Cádiz tendrán voz y voto el próximo 16 de noviembre. Si se encomienda a María Mosquera la responsabilidad de dirigir la institución, la UCA iniciará esperanzada un ciclo nuevo. Verdadero aire fresco.
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