La tribuna
Javier González-Cotta
El Grinch y el Niño Dios
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Es una evidencia. Una de las más graves consecuencias de la crisis de la Covid-19 es el incremento exponencial de las necesidades de financiación. No sólo las del Gobierno de España, sino las de todas las administraciones, que han de hacer frente a las medidas que nuestra sociedad demanda para el mantenimiento de su bienestar. También para sentar las bases de la reactivación económica y social.
En tal coyuntura, surge el debate sobre cómo incrementar la recaudación del Estado, que muchos traducen exclusivamente en medidas destinadas a acrecentar la presión fiscal sobre las empresas y la sociedad en general. Sin embargo, se olvida que España ya soporta una mayor presión fiscal normativa que la media europea. Es decir, contamos con un sistema fiscal más ineficiente. En concreto, la presión en España es un 8% superior a la media de la UE. Si nos circunscribimos al Impuesto sobre Sociedades el agravio comparativo para nuestras empresas es aún mayor: soportan una presión un 16% superior al promedio.
Nuestra prioridad, en un marco de libertad de circulación de capitales y mercado único, debiera ser tener la fiscalidad más competitiva de nuestro entorno. Favorecer así la actividad y la inversión empresarial y en ningún caso incrementar tipos impositivos, recuperar figuras tributarias que no existen en otros ámbitos o tratar de introducir, justo en este momento, novedosas figuras que los países de la UE aún no han generalizado.
Las organizaciones empresariales CEOE, Cepyme y, en nuestro caso andaluz, CEA, insistimos en ello: no es razonable pensar que se puede aumentar la recaudación y detraer más recursos de las empresas justo cuando están en cuestión su competitividad y supervivencia. La única manera posible de recuperar e incrementar los ingresos tributarios es acelerar la recuperación de la actividad. De esta forma, sin necesidad de subidas discrecionales contraproducentes, se alcanzará la normalización de la producción y del empleo y la recaudación crecerá.
Así las cosas, no parece lo más sensato tratar de corregir el diferencial de recaudación con impuestos empresariales y patrimoniales que ya son más elevados en España que en el resto de Europa. En el contexto actual, también sería un error plantear una subida de IVA. Elevar los impuestos indirectos hoy es contraproducente e inoportuno ya que deprimiría la actividad y el consumo.
El único modo de aumentar de forma sostenible nuestra recaudación impositiva es priorizar nuestra convergencia en renta y reducir la economía sumergida. Algo imposible si elevamos aún más los impuestos. Reparemos, además, en que ante los excesos del sistema tributario se pueden producir cambios de residencia o deslocalización de actividades; no olvidemos que países muy cercanos como Portugal han establecido regímenes tributarios ventajosos para los mismos.
La coyuntura actual reclama una fiscalidad favorable a la actividad económica que incentive la inversión, no penalice el ahorro y sirva para restaurar la confianza en los consumidores. Y esto es justo lo que están haciendo los principales países de la Unión Europea. Muchos han optado por reducciones temporales en el IVA para restaurar la actividad del consumo previa a la pandemia. Algunos, como Bélgica, Austria, Grecia o Reino Unido, se han concentrado en la imposición de las actividades de segmentos concretos (principalmente, las relacionadas con el Turismo). Otros, como Alemania, han optado por una reducción del tipo general (del 19% al 16%) y del tipo reducido (del 7% al 5%).
Ahondando en el país germano, es reseñable su incremento de los incentivos fiscales ligados a la investigación y la reintroducción del llamado método de amortización decreciente o declining balance, que permite imputar una mayor deducción en los primeros ejercicios. Por su parte, Reino Unido, además de la reducción del IVA de restaurantes, bares y hoteles (del tipo general del 20% al 5%), ha reducido temporalmente el Stamp Duty Land Tax, -un tributo similar al Impuesto de Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados español-, para apoyar así la compra de vivienda.
Fijémonos igualmente en Italia, donde se ha abandonado la subida prevista del IVA al 25% y ahora dirimen un recorte de este tributo para estimular el consumo. También se ha aplazado el impuesto al azúcar pendiente de entrar en vigor. Y ya en la vecina Francia, el ministro de Finanzas ha avanzado como prioridad de sus próximas medidas el apoyo a la competitividad empresarial con una rebaja impositiva.
En definitiva, el análisis de nuestro entorno es elocuente. El debate está en la aplicación de medidas de recortes de impuestos, más o menos ambiciosos. Lo que no se encuentra en las "agendas de reconstrucción" de estos países son incrementos impositivos. Parecen ser muy conscientes de sus efectos perjudiciales. Sin duda, los demás lo tienen claro. La crisis económica y social derivada del coronavirus nos ha enseñado que subir impuestos no es la solución.
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