Isidoro Moreno

El confederalismo de Blas Infante

La tribuna

8142654 2024-08-13
El confederalismo de Blas Infante

13 de agosto 2024 - 03:03

Queremos la soberanía absoluta con la responsabilidad máxima; nuestros problemas económicos, nuestros problemas sociales, nuestros problemas nacionales, nuestros problemas urbanos, culturales, técnicos, políticos; todos nuestros problemas, los queremos para nosotros”. Son palabras inequívocas de Blas Infante que explican su Andalucía por Sí. Palabras que ignoran interesadamente la gran mayoría de los partidos e instituciones que llevaron flores ante su monumento, hace pocos días, en el acto anual que organiza la Fundación Blas Infante en el lugar donde fue asesinado en la madrugada del 10 al 11 de agosto de 1936. Palabras que desprecian los herederos políticos de quienes lo asesinaron por “andalucista” y “revolucionario” –como consta en la sentencia de muerte dictada contra él cuatro años después de haber sido asesinado– y siguen tratando de matar su recuerdo y el respeto hacia su figura que existe hoy desde muy diversos ámbitos políticos, llamándolo “perturbado” –como ha hecho, un año más, Vox– o sustituyendo de forma ridícula la palabra asesinato por la de “desaparición” (¿?) –como han hecho otros–.

El acto de la Fundación es abierto, apartidista y no institucional, y así se desarrolló también este año: canciones de Carlos Cano, intervención de Miguel Santiago Losada, plena de conocimiento y emoción, palabras de Javier Delmás Infante en recuerdo de su madre, que fue, durante más de cuarenta años y hasta su reciente fallecimiento, ejemplar presidenta de la Fundación, himno de Andalucía cantado por los cientos de personas que estábamos presentes y ofrenda floral de más de sesenta entidades políticas, sindicales, culturales y ciudadanas.

El papel de los representantes de los partidos políticos –todos excepto la ultraderecha– se limitó, como es norma desde hace bastantes años, a depositar el ramo correspondiente ante la estatua de Infante. Pero, a pesar de ello, no desaprovecharon la presencia de medios de comunicación para hacer, en la periferia del acto, sus consabidas declaraciones y ataques recíprocos, centrándose esta vez en la cesión por parte del gobierno central del cobro de impuestos por parte de la Generalitat dentro del acuerdo PSOE-ERC. Casi unánimemente, criticaron el “concierto”, casi todos señalando –tanto desde la derecha como desde la izquierda estatales– que Andalucía va a ser la gran víctima y que, con ello, se rompe la “unidad” de España y la “solidaridad” entre los territorios (prácticamente nunca pronuncian las palabras pueblos o naciones). Y escandalizándose porque el que denominan “concierto catalán” se sitúe, según ellos, no ya en un modelo de estado federal sino incluso confederal. Pues bien, ¿es que no saben que la figura política que allí nos convocaba, y a la que estaban llevando flores, era un convencido confederalista que aspiraba nada menos que a una Confederación Ibérica construida desde la libre voluntad de todos los pueblos-naciones ibéricos, incluida Portugal?

En el propio monumento puede leerse otra frase de Infante que sintetiza su credo soberanista, desarrollado desde su Ideal Andaluz de 1914 –publicado un año después– hasta el grito de “¡Viva Andalucía Libre!” con el que recibió las balas asesinas. Esa frase, que me temo no hayan leído nunca nuestros (?) representantes políticos cuando hacen la ofrenda, dice: “Andalucía debe cumplir un ideal como realidad distinta y completa, como unidad espiritual viva, consciente y libre”. ¿O es que a sus entendederas no alcanza que una realidad distinta y completa y una unidad espiritual consciente, viva y libre es la más contundente, además de bella, manera de definir a Andalucía como una nación?

La liberación nacional de Andalucía –cuya relación con Castilla-España la hacía equivaler a la de Irlanda respecto a Inglaterra– y la liberación de las clases populares andaluzas de su sometimiento a las clases oligárquicas delegadas del poder central (de la metrópolis) eran sus dos objetivos centrales, que consideraba dos caras inseparables de una misma moneda. Soberanismo andaluz como equivalente de poder político, económico, social y cultural suficientes para resolver por nosotros mismos, libre y eficazmente, todos nuestros problemas. Y solidaridad internacionalista y acuerdos en igualdad para construir confederalmente (sin rehusar a la soberanía propia) la estructura política de una Iberia (o en primera instancia una España) y una Sociedad de Naciones libres a nivel mundial.

Por eso Infante apoyó siempre las reivindicaciones de Cataluña y de todos los pueblos cimentados en la historia, la cultura o una “común necesidad”. Por eso, la propia construcción nacional de Andalucía la entendió confederalmente: desde la libre voluntad de las personas, los municipios y los cantones (hoy diríamos comarcas): de abajo arriba y no desde un nuevo centralismo. ¿Se puede, ante todo esto, declararse a la vez andalucista (blasinfantiano) y contrarios al confederalismo?

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