Gregorio Gómez Pina *

La playa fantástica

Costa | Cádiz

“El premiado proyecto de un joven arquitecto de creación de una nueva playa entre la Punta de San Felipe y la Alameda sorprende por su falta de rigor, suplido con creces por su imaginación”

Algunos bañistas utilizan esta lengua de arena como playa.
Algunos bañistas utilizan esta lengua de arena como playa. / D. C.

04 de julio 2021 - 20:49

El viernes 18 de junio, tras acabar precisamente cuatro horas de clases on-line sobre “Regeneraciones de playas: fundamentos y experiencias”, recibí un whatsapp de un compañero con un artículo del Diario de Cádiz titulado: “Arquitectura sostenible: y si el viento le regalara una nueva playa a Cádiz”. Mi compañero me preguntaba: ¿Qué sabes de esto?

Tras leer el artículo, me quedé muy sorprendido por varias y diferentes razones, que voy a tratar de exponer aquí. Debo aclarar que el artículo trata sobre el trabajo realizado por un joven arquitecto de 27 años que ha sido galardonado con uno de los prestigiosos premios de construcción sostenible que otorga la fundación francosuiza LafargeHolcim. También me gustaría decir que no he tenido acceso a conocer el trabajo presentado con sus cálculos, algo que me hubiera gustado para poder opinar con más fundamento, aunque sí que vi el vídeo de presentación del premio y las razones de su otorgamiento.

Para ponerles un poco en contexto, les diré que se trata de la creación de una playa entre las alineaciones del dique de San Felipe y el Baluarte de la Candelaria, en la ciudad de Cádiz. Para los que no se hayan dado cuenta, allí existe una pequeña acumulación de arena en marea baja sobre la que existe toda una capa de piedras de escollera, posiblemente procedente de los restos de la construcción del dique de San Felipe y sus obras portuarias adyacentes. Dichas piedras están orientadas a la dirección media del oleaje en esa zona, apoyándose sobre la arena allí depositada por el oleaje de poniente. Esta pequeña playa no tiene escalera de acceso, ni servicio alguno, y suele acoger a muy poca gente, conocedora del lugar, que, con toallas o sillas, aprovechan para tomar el sol junto a la muralla y también para pasear a sus perros. Es, sin duda, un buen refugio de protección de los fuertes vientos de levante, aunque su entorno trasero deja mucho que desear, pues se ha convertido ya en un sitio clásico del “botellón” gaditano.

Con estos antecedentes, por parte del Ayuntamiento y colectivos locales, se transmitió a la Demarcación de Costas de Andalucía Atlántico, el estudiar las posibilidades de creación de una playa en el sitio ya descrito, la cual pudiera ser utilizada fundamentalmente por el núcleo urbano colindante de la ciudad. Por parte de la entonces Dirección General para la Sostenibilidad de la Costa, se transmitió a la Demarcación de Costas de Andalucía Atlántico la orden de inicio de los trámites encaminados a la redacción de los estudios y proyectos necesarios para desarrollar la nueva playa. El proyecto fue adjudicado a la empresa especializada en ingeniería de costas Hidtma S.L., finalizándose su proyecto en diciembre de 2007, siendo el director del proyecto el que suscribe este artículo, entonces Jefe de la Demarcación de Costas (y actualmente jubilado).

Zona en la que se encontraría la playa que se ha proyectado ya en varias ocasiones, junto a la Punta de San Felipe.
Zona en la que se encontraría la playa que se ha proyectado ya en varias ocasiones, junto a la Punta de San Felipe. / D. C.

Tras el estudio de varias alternativas, se consideró la de mínimo impacto visual y coste, consistiendo en dos unidades principales: un dique semisumergido de contención situado en el extremo Este de la nueva playa, y un relleno con arena procedente de dragado. El dique semisumergido proyectado, de 170 metros de longitud que parte desde el Dique de San Felipe en dirección NW, entre las batimétricas -1.0 y -2.80 metros actuales, sirve de apoyo al relleno de playa, evitando que éste sea desplazado por el oleaje hacia el NE durante las condiciones más desfavorables de temporales. El volumen de relleno calculado, tras analizar pormenorizadamente la forma en planta de equilibrio ante los oleajes y sus perfiles, fue de 218.650 metros cúbicos, con arena procedente del banco submarino del Placer de Meca u otra zona de similares características. Es decir, una arena de características similares a las actualmente existentes en la playa de La Victoria, de gran aceptación social. La longitud de playa seca obtenida en pleamar sería de 108 metros desde la esquina y de 262 metros en bajamar, con anchos de playa correspondientes de 194 y 358 metros.

El presupuesto de ejecución por contrata fue de 4.754.566 euros, creándose una nueva playa capaz de dar servicio al núcleo urbano colindante, con un volumen reducido de obras artificiales que altera poco el paisaje del borde costero y sin provocar impacto sobre la dinámica sedimentaria.

Conviene resaltar que esta obra, requiere de la realización de estudios muy pormenorizados, principalmente del clima marítimo: oleajes —en alta mar y propagados a la zona de estudios—, mareas, corrientes y viento. Así como de la dinámica litoral, formas de equilibrio de la planta de la playa, en planta y perfil, y diseño de la obra de contención lateral que evite la pérdida del relleno de arena. De todos estos elementos, conviene destacar que el oleaje es el parámetro principal que va a definir la solución a la hora de crear esta nueva playa, y no el viento.

Del análisis de la solución galardonada con el prestigioso premio LafargeHolcim, llama sobremanera la atención que el viento es el elemento principal que va a conformar la solución sin analizar el oleaje. Basado en ello, elabora una solución centrada en tres elementos principales, según he podido leer en la ficha resumen publicada y en la descripción del artículo en el periódico: una gigantesca estructura tubular de treinta metros de altura, que quedaría cubierta por una gran vela, actuando en su conjunto como elemento protector del viento, que generaría un efecto remolino que ayudaría a redireccionar toda la arena que se mueva hacia el sureste y que la depositaría a su pie. El segundo elemento sería la duna que gradualmente iría creciendo a pie de la citada estructura, alcanzando una altura de 16 metros de tope máximo y un volumen de 24.120 metros cúbicos de arena (cifras exactas, por lo que deben responder a cálculos realizados). Y el tercer elemento sería un espigón en el extremo de la Punta de San Felipe, que se transformaría en un parque público, único elemento a nivel conceptual, que coincide con nuestro proyecto realizado en 2007.

Una vez expuestos los dos proyectos, verán que corresponden a dos conceptos diferentes de creación de una playa. Una basada en la ingeniería de costas, una disciplina dentro de la carrera de Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, que requiere, al igual que otras, como, por ejemplo, la geotecnia o los puentes, el conocer bien los fundamentos teóricos y la experiencia, para su correcta aplicación. Personalmente debo añadir, por haberme dedicado muchos años a su estudio, práctica y enseñanza, que además es una especialidad cuyos proyectos requieren también conocer profundamente la zona donde se va a aplicar, y que en el análisis de algunos de sus parámetros, como es el transporte de sedimentos, las formulaciones existentes pueden dar un amplio rango de valores y deben ser validados con otras técnicas: datos de campo, de evolución de la línea de costa, etc.

El trabajo presentado por el joven arquitecto, objeto del artículo del periódico que analizo, sorprende por la falta de rigor técnico a la hora de abordar la creación de esa nueva playa, suplido, eso sí, y con creces, por su imaginación a la hora de plantear su solución, basado en la “arquitectura sostenible”, pero sin que, en mi opinión, se analicen mínimamente toda una serie de cuestiones que no dejan de rondar por mi cabeza, tales como: ¿No piensa que se le ha olvidado analizar el efecto del oleaje, elemento principal del comportamiento de esta playa, y en general de casi todas? Le aseguro que su análisis no es trivial, como podrían asegurar los cientos de alumnos a los que he tenido la suerte de darles clase. ¿Y el sedimento, de dónde viene, cómo se transporta? Tampoco su respuesta en general es tan sencilla: responde al transporte longitudinal y transversal motivado por el oleaje (por fondo y suspensión) y al transporte eólico. Éste último, de muchísima menos importancia que los anteriores en las playas, salvo en algún caso concreto como el de la playa de Valdevaqueros en Tarifa, con la consiguiente formación de su duna móvil. Pero no aquí, en este rinconcito de playa, sitio ideal además para protegerse del viento de levante. Entonces, ¿para qué necesitamos esas grandes superestructuras tubulares, de 20 metros de altura, capaces de redirigir ese viento y depositar ese sedimento, que no sabemos de dónde viene, para que, por arte de magia se cree una enorme duna? Nuestra única coincidencia al menos ha sido el que hace falta un elemento de contención lateral, que nosotros lo hemos resuelto con un espigón semisumergido de escollera, y en donde en el proyecto arquitectónico se ubica un gran jardín.

No quisiera, bajo ningún concepto, que mi crítica a este trabajo vaya en contra de su autor, un joven arquitecto que con toda seguridad ha realizado un gran esfuerzo, muy bien presentado y enfocado a cumplir las bases específicas de un prestigioso premio de arquitectura sostenible, y en donde se premia, entre otras cosas, la imaginación en abordar nuevos problemas y retos dentro de la llamada arquitectura sostenible. Mi crítica va en el sentido de que el jurado que ha analizado este trabajo no ha querido darse cuenta de que la solución planteada no responde a la tan conocida solución de “trabajar con la naturaleza” (working with nature). Pues mi apuesta —no sé la de ustedes— es que esa playa no va a funcionar en absoluto, por las razones que de forma resumida he ido exponiendo.

Quizás un viaje del jurado desde Suiza para darse un paseíto por la Alameda y conocer esta pequeña playa, un día de poniente y otro de levante, les pueda convencer de que el trabajo presentado no deja de ser un “proyecto fantástico”, muy alejado de los conocimientos requeridos de la Ingeniería de Costas. Y también de que el proyecto realizado para la Demarcación de Costas se trata de un proyecto real, como el realizado en otras bonitas playas de esta provincia, aunque a los ingenieros proyectistas no se les haya ocurrido presentarlo a ningún prestigioso premio, pues, entre otras razones, forma parte de su trabajo habitual.

* Dr. Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos. MSc Ocean Engineering, director “Ad Honorem” del Curso de Especialización Práctica de Ingeniería Marítima y profesor invitado de la Politécnica de Algeciras (UCA)

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