Juan Carlos Rodríguez Ibarra

¿Debemos pedir perdón?

La tribuna

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¿Debemos pedir perdón?

07 de agosto 2024 - 03:05

Son muchas las campañas electorales en las que he participado desde las primeras elecciones generales de 1977. Lo he hecho cuando gobernaban Adolfo Suárez, Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy y Pedro Sánchez. Con siete presidentes de Gobierno y en las elecciones autonómicas, desde 1983, hasta las últimas de 2023, en Extremadura y en casi todas las comunidades autonómas, y en las elecciones municipales, desde 1979. Calculo que habrán sido más de setenta campañas electorales. En la única ocasión que me sentí incómodo fue en la de 1982. Tenía la sensación de que tal vez no les estaba diciendo toda la verdad a los asistentes a los mítines en lo relacionado con la opción socialista respecto a la presencia de España en la OTAN.

Efectivamente, el temor se transformó en realidad. El PSOE pasó de ¡OTAN, de entrada no! a ¡OTAN, sí! Fue un cambio tan enorme que el Partido Socialista se vio en la obligación de convocar un referéndum para que los españoles avalaran o rechazaran ese cambio de posición. Los socialistas tuvimos que hacer una campaña de actos públicos en los que llevamos nuestro merecido. Aún recuerdo los mítines en los que algunos ciudadanos nos recibían con las octavillas de actos públicos anteriores en los que los mismos oradores decíamos lo contrario de lo que pretendimos meses más tarde. En Badajoz, en el acto público celebrado en el teatro López de Ayala, José María Maravall y yo tuvimos que salir por un lateral protegidos por la Policía Nacional ante las amenazas de quienes se sentían estafados. Ganamos el referéndum, pero pagamos caro nuestro cambio de posición.

Esa sensación de engaño no la volví a tener hasta las elecciones generales con Pedro Sánchez como candidato a la Presidencia del Gobierno por el PSOE. En los mítines celebrados con ocasión de las elecciones generales y autonómicas y municipales, defendí con ardor y entusiasmo el no al indulto de los sediciosos independentistas catalanes. Hice creer, porque yo me lo creía, que el prófugo Puigdemont llegaría a España detenido y entregado a la Justicia española para que respondiera de su huida y de la declaración que hizo de la independencia de Cataluña. Negué, porque así lo creía, que el Gobierno socialista, si Pedro Sánchez llegaba a La Moncloa, indultaría a los independentistas catalanes condenados por sedición y malversación de fondos públicos. El PP lo insinuaba y los socialistas lo negábamos. Escuché al entonces ministro de Justicia y hoy miembro del Tribunal Constitucional en una mesa redonda en Mérida, con motivo del 40 aniversario de la aprobación del Estatuto de Autonomía de Extremadura, que una cosa era el indulto y otra bien distinta la amnistía que por aquel entonces (2023) se deslizaba en crónicas y tertulias. El indulto, dijo el ministro, es potestad del Gobierno de España y entra dentro de la legislación española. Por el contrario, la amnistía es claramente inconstitucional. Yo le creí y defendí con firmeza que Puigdemont y el resto de su comparsa jamás serían amnistiados.

Punto y aparte fue el debate sobre el cupo vasco aplicado a Cataluña. Ya lo pidió Artur Mas, entonces presidente de la Generalitat catalana, al presidente Rajoy que se negó en redondo a semejante pretensión, siendo su negativa compartida por los socialistas españoles. En los mítines de campaña comprometí mi palabra negando que ese disparate arruinara los principios básicos del PSOE.

No solo en mítines. Recuerdo una mesa redonda con Tardá en la Universidad sevillana Pablo de Olavide, en la que negué que con un gobierno socialista se pudiera cumplir el sueño independentista de promover la participación de la Generalitat de Cataluña en organismos y agencias internacionales (ONU, Unesco, OMS, Europol, Urnwa, FAQ, OCDE, UBDP, UPM).

La posición de mi partido, el socialista, como la del Gobierno de España, siempre fue contraria a la concesión a Cataluña del cupo vasco. La Constitución distingue entre la financiación de las comunidades autónomas de régimen común y el sistema foral de País Vasco y Navarra. Ni siquiera el PSC/PSOE se atrevió nunca a demandar ese privilegio para su región. No había que exagerar mucho para convencer a nuestro electorado y al que no lo era de que eso nunca vendría dado de la mano de un gobierno socialista.

Tras años de Gobierno socialista, yo pido perdón a todo aquel que fue a mis mítines y se fio de mis palabras en lo referente a los asuntos tratados más arriba. Ahora veo que les mentí. En mi descargo afirmo que a mí me mintieron también. Mentí sin saber que estaba mintiendo Pero soy culpable y pido perdón.

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