Federico Soriguer

Un nuevo tratamiento para la obesidad

La tribuna

10651628 2025-01-29
Un nuevo tratamiento para la obesidad

29 de enero 2025 - 03:03

El famoso IMC (índice de masa corporal) tiene los días contados. Esta, y que la obesidad “es pero no es”, una enfermedad, son algunas de las conclusiones a las que llega una gran comisión de expertos mundiales que estarán publicadas en The Lancet el día 21 de enero. Ni un día sin que los medios hablen de la obesidad y ni un día sin descubrir el Mediterráneo. El pasado día 8 de enero Antena 3 TV, emitía ¿El “milagro” contra la obesidad? conducido por Sonsoles Ónega en el que, según la cadena, se intentaría responder a las dudas sobre las inyecciones para adelgazar. Participaban numerosos ciudadanos contando su experiencia personal y destacados líderes sanitarios. Nada tengo que decir sobre lo que dijeron los ciudadanos ni tampoco sobre las opiniones de mis colegas endocrinólogos allí presentes, a los que conozco y tengo en gran estima, ni de los representantes de dos grandes multinacionales que producen el milagroso fármaco. Sí lo haré de las conclusiones a las que explicita e implícitamente llegó el programa. En Occidente cada vez son más las personas que se sienten socialmente estigmatizadas al ser etiquetadas como enfermos. En el caso de las personas obesas a esta estigmatización se la llama gordofobia. Frente a ella, desde la misma sociedad surgen dos respuestas contradictorias. Por un lado, el rechazo a considerar la obesidad como una patología (se la llama despatologización). Por otro, la reivindicación del orgullo de ser obeso del que tenemos cada vez más ejemplos en los medios. Pero hay una tercera alternativa que pasa por conciliar la despatologización con la patologización (sic). Es decir, al mismo tiempo que se reclama “la normalización social de la obesidad” que no es otra cosa la despatologización, se demanda el estatuto de enfermedad para la obesidad y de enfermos para las personas obesas. Y en este empeño sí que la medicina no es inocente. De esta manera se consigue evitar el estigma de ser gordo (despatologizándolo) y, simultáneamente, eludir, al menos parcialmente, la responsabilidad personal pues nadie enferma por gusto. La obesidad, ahora socialmente normalizada, pasa a ser responsabilidad de la ciencia, de la medicina y de los médicos que ya se encargarán (ya lo están haciendo) de tener la última palabra. Naturalmente esta contradicción solo puede tener una solución mágica (o milagrosa) como anuncia el título del programa de TV. Un verdadero nudo gordiano que solo se puede resolver de un tajo. Y aquí tenemos, por fin, al Alejandro Magno de la obesidad en forma de unas inyecciones capaces de solucionar la obesidad despatologizándola al mismo tiempo que hipermedicalizándola. Hablemos, finalmente, de la intervención de Rafael Abengoa persona con gran prestigio, asesor de Clinton y alto responsable en varios momentos de su vida en la gestión de la salud pública española. Preguntado por Sonsoles Ónega sobre el tratamiento de la obesidad con el fármaco milagroso, puso la mirada en el cielo e hizo dos comentarios. Uno sobre la desigualdad que supondría el que algunas CCAA sí y otras no, incluyeran el fármaco en el petitorio público. Por otro lado, señaló la urgencia de que los gobernantes hicieran planes nacionales para erradicar la obesidad en 20 años. En ambos casos en un programa que respiraba entusiasmo por las inyecciones milagrosas, la impresión que dio, desde su gran autoridad, fue la de que asumía que si se trataban las personas obesas con el fármaco (como propone el primer ministro inglés) dentro de 20 años habríamos resuelto el problema. Podría haber sido más explícito pues planes es lo que se lleva haciendo desde hace más de medio siglo con los resultados conocidos. Conozco sus opiniones sobre la importancia de la prevención secundaria y me cuesta trabajo entender su ambigüedad en esta cuestión. En ese momento, en mi modesta opinión, la respuesta debería haber sido: ¿cómo diablos, tratando farmacológicamente a los obesos de cada generación, podremos evitar la pandemia, dentro de 20 años? Estoy seguro que la corriente de opinión en el plató, favorable al uso del fármaco y su prudencia, que no siempre es una virtud, le llevaron a unas tesis que, ahora aquí me atrevería a definir como lanmmarkianas. Así que la conclusión a la que se llegó en el programa (mal que pesara a algunos de los presentes) es que la obesidad es una enfermedad, pero no una patología (sic), que surge como pandemia en el siglo XX cuasi por generación espontánea (sic) , que hay cosas, como las causas terciarias de la pandemia de obesidad de las que es mejor no hablar (sic) y que para eso está la medicina, que lo mismo sirve para un roto que para un descosido pues a lo largo de su historia su principal función ha sido reparar los desperfectos del sistema, cualquier cosas que sea eso del sistema, sin preguntar demasiado. Pero la conclusión más importante en la que (casi) todo el mundo estaba de acuerdo fue que el fármaco milagroso debería ser costeado por el SNS. Como en el famoso dicho italiano: “piove, porco governo”, la culpa de que haya tantas personas obesas la tendrá el gobierno si no lo autoriza. Lo que bien mirado, si en vez de personas obesas hablamos de la pandemia de obesidad y si en vez del fármaco hablamos del modelo de sociedad y de políticas públicas, quizás no vayan tan descaminados.

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