José María Esteban

¿La última vuelta al cole?

La tribuna

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¿La última vuelta al cole?

19 de septiembre 2024 - 03:04

Los nervios del primer día. Los abrazos a los amigos abandonados durante todo un verano. La bocina que anuncia que empiezan las clases. Los alumnos sentados en sus pupitres. Las presentaciones de los profesores. El olor a nuevo de los libros que se abren por primera vez…

La descripción corresponde a la vuelta al cole de hace tan sólo unos días, pero también podría servir para la vuelta al cole del año pasado, la del año anterior, la de hace una década, o de la vuelta al cole de nuestros padres.

Pocas cosas han cambiado, al menos aparentemente, en los modelos educacionales a pesar de la transformación tecnológica, del acceso a la información instantáneo desde el smartphone, las tablets o los portátiles, y a pesar de los avances de la IA.

La forma en que se sigue transmitiendo el saber desde el profesor a los alumnos sigue los mismos procesos que ya se establecieron en el nacimiento mismo de la enseñanza como una institución social.

Quizás los pupitres responden a un diseño más ergonómico y las pizarras de tiza han dado paso a las pantallas. Y quizás también, en algunos colegios, hayan cambiado los libros de papel por los libros electrónicos. Sin embargo, la idea de la enseñanza entre el profesor y un grupo de alumnos sentados durante horas ha evolucionado poco en el último siglo.

Alrededor del mundo de la educación han sido muchos los debates afrontados, sobre todo los relacionados con las temáticas que deben incluirse y cuáles no. Sin embargo, el modo en que se establece la enseñanza parece contar con un unánime acuerdo por el que nadie se plantea si el modelo es el adecuado para los niños del siglo XXI.

¿Se puede enseñar a un niño nativo digital de hoy como se enseñaba a los niños del siglo pasado?

Hay que recordar que hoy los niños tienen acceso inmediato a la información, que son digitales desde el nacimiento, que su relación con el conocimiento es muy diferente al de generaciones anteriores, y que mantienen una comunicación fluida a través de una multiplicidad de canales. Además, están acostumbrados a desenvolverse en ámbitos de realidad inmersiva como las que ofrecen juegos como Fortnite, Roblox o Minecraft donde pueden construirse un mundo en el que interactúan en tiempo real con compañeros desde cualquier lugar del mundo.

A esos niños que hablan con Alexa o Siri y están acostumbrados a interactuar a través de las redes sociales los obligamos a educarse igual que a niños cuya única relación con el mundo se ceñía a dos canales de televisión, y en blanco y negro.

Por todo ello, quizás haya llegado el momento de reflexionar sobre cómo y qué podemos enseñar y cuáles serán los mejores modelos y canales para conseguir que la formación necesaria les llegue del modo más adecuado para su desarrollo cognitivo.

Quizás, para conseguir llegar a este tipo de niños no hagan falta aulas tal y como las conocemos actualmente. Y quizás tampoco hagan falta pupitres, ni estar horas escuchando a un profesor que se erige como única fuente de conocimiento.

¿Por qué el teletrabajo nos parece una buena idea y no lo es tanto la teleeducación?

Quizás este tipo de niños necesiten más un asesor que les enseñe a canalizar la información y discriminar de modo crítico. Quizás se sientan más motivados a través de proyectos y retos que deban afrontar solos o en grupo con el acompañamiento de un profesor. O quizás los colegios físicos se trasladen a un metaverso en el que los niños interactúen a nivel internacional a través de sus avatares.

Resulta muy complicado saber cómo será el colegio del futuro y cómo debe adaptarse el sistema educativo actual para responder a las necesidades de estas nuevas generaciones. Sin embargo, sí creo que ha llegado el momento de empezar a plantearse hacia dónde se debe caminar para evitar que el sistema educativo quede desfasado y resulte prescindible para los niños actuales y, sobre todo, para los niños del futuro.

Quizás lo más recomendable sea esperar a que sean esos mismos niños actuales los que emprendan los cambios oportunos cuando sean ellos los que tomen las decisiones sobre sus propios métodos de transmisión de la sabiduría a sus hijos.

Lo único que parece claro, de momento, es que el colegio actual tiene los días contados y que, muy probablemente, la vuelta al cole forme parte de una rutina antigua que, quizás, estudien los niños del futuro como un comportamiento curioso de los niños del pasado.

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