La Isla cumple con el 'Guadalete'

El Ayuntamiento de San Fernando y la Armada descubrieron ayer una placa conmemorativa en el cementerio en recuerdo de las víctimas del último gran naufragio

Momento en el que el alcalde, José Loaiza, y el almirante de la Flota, depositan una ofrenda floral en memoria de las víctimas.
Momento en el que el alcalde, José Loaiza, y el almirante de la Flota, depositan una ofrenda floral en memoria de las víctimas.
Arturo Rivera/San Fernando

08 de abril 2014 - 05:01

La Isla saldó ayer una deuda que tenía pendiente desde hace 60 años al rendir un sencillo, justo y sincero homenaje a los 34 marinos que fallecieron el 25 de marzo de 1954 a bordo del dragaminas Guadalete en el último gran naufragio de un buque de la Armada.

San Fernando recuperó la memoria de este dramático episodio que apenas ha sido recordado en más de medio siglo a pesar de que buena parte de la tripulación -entre ellos, fallecidos y supervivientes- era de La Isla o de alguna manera estaba vinculada a la ciudad y de que siete de los cuerpos sin vida que consiguieron ser rescatados del mar fueron enterrados con toda pompa y solemnidad en el panteón que la Marina tiene el cementerio municipal.

Allí, en las instalaciones del camposanto isleño, dieron comienzo los actos conmemorativos en una soleada y calurosa tarde de primavera que avivó un drama que sigue muy presente en las familias isleñas que se vieron golpeadas por la tragedia hace ya 60 años.

En torno a medio centenar de estos familiares -se dieron cita incluso varias generaciones- arroparon una convocatoria que nuevamente volvió a unir al Ayuntamiento de San Fernando y a la Armada para rendir cuentas con el pasado.

Una sobria placa, colocada a apenas unos metros de las siete sepulturas que guardan los restos de los marinos del dragaminas, perpetúa para siempre su memoria. "En homenaje a los fallecidos en el hundimiento del dragaminas Guadalete...", reza el sencillo texto de la lápida. No hacía falta más para poner el punto final a seis décadas de silencio, como ayer se recordó durante los actos conmemorativos.

El alcalde, José Loaiza, y el almirante de la Flota, Santiago Bolíbar, se encargaron de descubrir la placa conmemorativa en un acto que estuvo marcado por el protocolo militar y en el que la Armada rindió honores a los fallecidos, los héroes del Guadalete. Hubo un responso, que estuvo a cargo del vicario castrense, salvas de Infantería de Marina y una corona de laurel que, en homenaje a las víctimas, se depositó junto a la lápida recién descubierta mientras se entonaba La muerte no es el final antes de acabar con una cántico tradicional en la Armada y cargado de simbolismo: la Oración.

Fue una jornada plagada de sentimientos que los familiares vivieron con las emociones a flor de piel mientras daban rienda suelta a recuerdos y relatos familiares conmovedores que evocaron con admiración la entrega y la entereza de la heroica tripulación que surcó las aguas del Estrecho en la última singladura del Guadalete y que durante 20 horas lidió con un fortísimo temporal de Levante con rachas que superaban los 120 kilómetros por hora.

Así, San Fernando se reconcilió con esta faceta olvidada de su historia en una ceremonia sobria y solemne -promovida, en primera instancia, por un grupo de familiares- que siguió la estela de los actos conmemorativos celebrados recientemente en Ceuta, donde el buque tenía su base, con motivo del 60 aniversario del hundimiento.

Las palabras que Francisco Manuel Sánchez Jiménez, hijo de uno de los marinos desaparecidos en el dragaminas y cartógrafo de la Armada, ofreció en el camposanto isleño en nombre de las familias afectadas por la tragedia fueron conmovedoras: "En nuestro corazón no hay reproches, nuestros sentimientos no albergan rencor porque lo que fue entrega quedara en olvido, porque lo que fue sacrificio quedara en el olvido, porque lo que fue pérdida de vidas humas quedara en el olvido...", advirtió durante la breve alocución que siguió al responso. Los actos, simplemente, aspiraban a recordar, a mantener viva la memoria de lo que ocurrió hace 60 años.

Fue el primer relato -el de los sentimientos- que ayer recordó la tragedia. Luego vino también el relato de los hechos, la historia y los datos técnicos del buque que dibujó con precisión y paso a paso la última y dramática singladura del Guadalete. De ello se encargó todo un experto, el capitán de navío Luis Mollá Ayuso, una de las personas que más ha estudiado sobre el tema y que, curiosamente, es hijo del que fuera penúltimo comandante del dragaminas, que cedió el mando apenas unas semanas antes del naufragio.

Mollá tuvo a su cargo la conferencia que se desarrolló en las instalaciones municipales del Centro de Congresos tras el homenaje en el cementerio y que cerró los actos conmemorativos organizados en memoria de las vícimas.

De presentar al marino, todo un experto en historia naval, se encargó el periodista Francisco Sánchez Zambrano, redactor jefe de Diario de Cádiz, que ha actuado también como portavoz de las familias que han promovido este homenaje. Zambrano, de esta forma, recordó su historia familiar, la de su abuelo, y cómo la tragedia ha estado siempre presente en su hogar desde su niñez.

Especialmente emotivas fueron también las palabras que el almirante de la Flota, Santiago Bolíbar, tuvo en recuerdo de la tripulación del Guadalete y de su heroico y ejemplar comportamiento. La tragedia del Guadalete -apuntó- siempre ha estado muy presente en la Armada y, de manera especial, entre sus hombres. "Si puede parecer que alguien olvida, la Armada no olvida a nadie en el cumplimiento de su deber", afirmó.

Fue el alcalde isleño, José Loaiza, el que se encargó de cerrar los actos conmemorativos agradeciendo a las familias que plantearan esta iniciativa al Ayuntamiento para cumplir con una asignatura pendiente. El regidor se refirió especialmente a Jaime Beltrán, el único de los supervivientes de la tragedia que queda en La Isla, y que ayer, emocionado, asistió a los actos que se celebraron en memoria del Guadalete.

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