El filón del sector eólico 'offshore'
Astillero de Navantia en Puerto Real
La exitosa entrega de las subestaciones 'Andalucía' y 'Andalucía II' para dos parques marinos permite a los astilleros de Puerto Real soñar con más encargos similares
"Es una gran oportunidad para la industria naval del astillero de Puerto Real", así muestra Navantia las grandes expectativas que tiene en la construcción de los parques eólicos marinos, también llamados offshore. La empresa pública, inmersa en un plan de diversificación en los últimos años, se ha hecho con dos proyectos de gran peso en el sector y ha conseguido culminarlos con éxito. Se trata de la subestación Andalucía I, colocada en el Báltico, y la Andalucía II, que se ha montado recientemente en aguas británicas.
Las cifras
600.000 toneladas de CO2.
Es la cantidad de dióxido de carbono que una instalación como 'Wikinger' evita emitir a la atmósfera durante un año entero.
3.000 millones de euros.
Iberdrola ha destinado esta inversión total al proyecto que desarrolla en aguas británicas, el denominado 'East Anglia One'.
90.000 horas de trabajo.
El desarrollo de la subestación 'Andalucía' ha supuesto miles de horas de investigación e ingeniería en las instalaciones de Navantia en Puerto Real.
Estas construcciones se encargan de recoger la energía producida por los aerogeneradores que las rodean y la transforman en alta tensión para canalizarla posteriormente a tierra para su distribución. Son un avanzado equipamiento considerado el elemento clave de las centrales donde se instalan.
El desarrollo de estas dos subestaciones fabricadas completamente en Cádiz dio cientos de puestos de trabajo a la localidad y a su entorno industrial y empezó a colocar a la comarca como una referencia a nivel internacional en este mercado.
La aventura de Puerto Real con el sector eólico offshore comenzó en 2014 con la adjudicación de la primera plataforma, la Andalucía. Montada en el mar Báltico en agosto de 2016, es el núcleo del parque eólico marino Wikinger que Iberdrola inauguró este pasado 29 de octubre. Con sus 350 megavatios de potencia, Wikinger es la primera instalación de estas características desarrollada y operada al 100% por una empresa española. La multinacional de Ignacio Sánchez Galán ha colocado en aguas germanas 70 aerogeneradores capaces de suministrar electricidad a unos 350.000 hogares del noreste de Alemania.
La tensión de la energía producida por los molinos del parque se incrementa en la subestación Andalucía desde 33.000 hasta 220.000 voltios para ser transportada por un cable submarino de unos 90 kilómetros de longitud hasta tierra firme, donde ya conecta con la red. Todas estas funciones se realizan de forma completamente automática y con capacidad de control remoto.
Navantia dedicó 90.000 horas de ingeniería a esta construcción, que fue la primera en el mundo con una cimentación sobre seis patas y con soporte para dos superestructuras, una para las instalaciones de la empresa de distribución 50Hertz y otra para Iberdrola. Con sus 8.500 toneladas, pesa en su totalidad más que la Torre Eiffel y la Estatua de la Libertad juntas.
Tras esta primera experiencia, en 2016 llegó el encargo de su hermana, la Andalucía II, aún más avanzada que su predecesora. Esta nueva plataforma de Navantia se instaló recientemente en el nuevo complejo que Iberdrola monta frente a la costa escocesa. El East Anglia One, como se llama, aspira a ser en el año 2020 el mayor proyecto de esta clase en el mundo con una potencia de 714 megavatios.
La Andalucía II es hasta la fecha la subestación offshore más grande jamás fabricada con una superficie de 1.144 metros cuadrados. Pese a superar en tamaño a su predecesora, se le introdujo una serie de mejoras en el diseño que permitió recortar en casi unas mil toneladas su peso, hasta sumar un total de 7.700. Cuando esté funcionando, el transformador recogerá la energía de 102 aerogeneradores y la elevará a alta tensión. Al igual que en Wikinger, transmitirá la corriente por cable submarino a tierra con la mínima pérdida de potencia posible.
El astillero puertorrealense tardó 16 meses en completar esta segunda obra, que contó con la colaboración de una treintena de empresas de la zona suministrando apoyo a Navantia.
En la reciente inauguración del parque Wikinger, celebrada en la ciudad alemana de Sassnitz, el director de Navantia en la Bahía de Cádiz, Pablo López, incidió en el papel tan importante que ha adquirido Puerto Real en este sector gracias a los encargos mencionados. "La industria naval gaditana se está diversificando y estos proyectos están demostrando ser una opción importante y rentable", destacó. López añadió que el astillero está cogiendo prestigio internacional por el satisfactorio cumplimiento de las entregas y la ausencia de incidentes en los procesos. "En la Bahía somos capaces de absorber la carga de trabajo de estos proyectos, un gran reto tecnológico de calidad y de plazos", aseguró el directivo.
Navantia confía en más guiños por parte de la compañía de Ignacio Galán a corto, medio y largo plazo. Y es que Iberdrola continúa adjudicándose más proyectos offshore en su afán por asegurar su liderato como la principal multinacional energética centrada en impulsar las renovables. Por ello, sigue ampliando su vía de negocio en el Báltico con dos nuevas concesiones de Alemania y avanza en el desarrollo de otro parque marino en la Bretaña francesa. Precisamente, de este complejo en aguas galas se espera mucho en la Bahía de Cádiz dadas sus similitudes con las dos entregas previas. "Estamos trabajando muy duro por lograr este interesante encargo. Sabemos ya qué se espera de nosotros", explican desde Navantia.
Pero no todo se queda en la relación entre Iberdrola y la empresa pública. Hay una compañía privada asentada en Puerto Real, Dragados Offshore, que también ha estado consiguiendo buenos contratos internacionales para instalaciones similares. Dragados ha estado vinculada a varias obras importantes de estructuras en alta mar en los últimos años, como demuestra la entrega a la noruega Statoil de un soporte de 8.000 toneladas para un complejo petrolífero. Esta experiencia le ha permitido entrar con fuerza en el sector del offshore eólico y ha llegado a acabarle cuatro plataformas marinas al grupo danés Dong Energy para una central ante las costas de Gran Bretaña. Actualmente, la empresa se está dedicando a la construcción de una subestación eléctrica, similar a las de Navantia, para un parque eólico que promueve la compañía holandesa Tennet en el Mar del Norte.
La demanda está presente y promete más empleo para el futuro, suponiendo un claro filón para esta industria. La labor en la Bahía de Cádiz está adquiriendo buena imagen internacional en este sector gracias al cumplimiento de los plazos de tiempo y a la calidad de sus trabajos, por lo que seguramente todo irá a más en los próximos años. Es una oportunidad que Puerto Real y su entorno deben aprovechar para consolidarse en este mercado.
La relación de Navantia con Iberdrola promete más trabajo
El impulso que Iberdrola quiere dar al sector de los parques eólicos en alta mar promete traer más carga de trabajo en los próximos años al astillero de Navantia en Puerto Real. Tras sus dos primeros encargos cumplidos con éxito, la constructora confía en que en breve acaben llegando más proyectos. Dos de ellos pueden estar relacionadas con el complejo Baltic Eagle y la ampliación Wikinger Süd, ambos en el noreste de Alemania. Para principios del año que viene se prevé que la energética se pronuncie sobre a quién concede la construcción del parque que quiere empezar a montar frente a Saint-Brieuc, en aguas de la Bretaña francesa. Más a largo plazo y aún más complejo será el desembarco que la compañía energética quiere realizar en EEUU. Recientemente ha recibido la adjudicacion para el desarrollo de un megaparque de este tipo frente a las costas de Massachusetts.
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