16.000 tubos después
sector naval | construcción de los cuatro petroleros tipo 'suezmax'
El primer petrolero, el 'Monte Udala' será flotado a comienzos de septiembre
Ya hay bloques del segundo y piezas del tercero
Un barco son manos, sudor, acero, toneladas, planchas, tubos. Son coches en el aparcamiento, familias en los bares, eso que se da en llamar economía social. Desde la cima del astillero de Puerto Real, en una de sus grúas pórtico a más de 100 metros del suelo, todo se ve a otra escala: unas cosas diminutas y otras pocas veces vista, como las enormes explanadas de los aparcamientos repletas de vehículos. Los techos de los coches de operarios que cada día llenan el dique parecen ser desde esa altura como un gran parque fotovoltaico que alimentara de energía los talleres. Este barco, sólo este barco, es todo eso. Y todo eso se multiplicará por cuatro.
En total, cuando todo acabe en diciembre del año que viene, se habrán empleado 750.000 horas de trabajo en cada uno de ellos. El Monte Udala es el nombre de dos barcos cuya construcción fue encargada por la misma empresa: antes Naviera Aznar y hoy Ondimar (Grupo Ibaizabal). El primero fue construido en el año 1948. El segundo será flotado en septiembre. 16.000 tubos después, el primero de los cuatro barcos contratados está a punto de ser una realidad.
Y todo a pesar de que el retraso acumulado al inicio de la faena, hace 10 meses, no ha podido recuperarse. Han sido tres meses, pero al menos, como admiten en Navantia Puerto Real, la cosa no ha ido a más. Diario de Cádiz ha comprobado cómo en estos días se solapan los últimos bloques que darán forma y posterior vida a este petrolero tipo Suezmax (capaz de atravesar el canal de Suez) y los primeros bloques del segundo buque de estas características. Todo ese acero ya está situado en la zona de premontaje, junto al dique. Sólo allí trabajan cada día 600 operarios.
Francisco Domínguez es el director del programa Suezmax en Navantia. Él explica que al primero de los petroleros le queda poco. "Estamos a punto de terminar la fase de montaje, quedará un mes para montar las últimas macros -macroestructuras, es decir, la unión de varios bloques de acero que se construyen en los talleres- ya han llegado las últimas que se han fabricado en Ferrol. Una de ellas ya está hasta montada. Ahora estamos uniendo todas esas tripas por dentro para empezar a hacer pruebas de tuberías, cableado, etc".
Desde ahora hasta la entrega del barco, programada para el 31 de diciembre de este año -aunque a nadie le gusta esa fecha- habrá que terminar de montar en el petrolero las tres planchas que quedan para terminar de cubrir los tanques donde irá el petróleo, cuatro más en los laterales y las dos que forman la proa: en una pone Monte, en la otra Udala.
Muchos de los trabajadores más expertos reconocen que hacía muchos años que no recordaban algo igual en el astillero. Faena donde quiera que mires. Un petrolero a punto de acabarse, el segundo con varias macroestructuras ya preparadas para meter en dique y las primeras piezas -las más pequeñas- del tercero, ya en el taller. Además, cuando comiencen con el segundo petrolero, los plazos serán más ajustados: si en el primero tenían un margen para las pruebas de seis meses -que por el tiempo perdido se quedarán en cuatro-, en los restantes ese plazo será de tres meses.
Otro de las aspectos con los que están contentos en Navantia es con el cliente. "Con los coreanos ha salido todo estupendamente, están atentos a todo, nos ayudan en problemas del día a día y el material ha llegado todo a tiempo", detalla Domínguez. En la puerta del edificio de dirección del astillero de Puerto Real, tres ingenieros de Daewoo toman su particular descanso. Para hacerles una foto tienen que hacer numerosas llamadas. Una vez tienen el visto bueno, sin problemas. Así son.
Cuando preguntamos a Francisco Domínguez qué ha sido lo más difícil en la construcción de este barco, no duda: "Los cuatro años sin trabajo", asegura. Primero, desde el punto de vista de la mano de obra: "Muchos trabajadores se han tenido que ir a trabajar a otro sitio o se han jubilado o se han reciclado en otro trabajo, pero ha habido bastante falta de experiencia, y lo hemos pagado. La gente joven, que afortunadamente ha entrado muchísima, ha tenido que aprender, y todo eso es tiempo". Y, segundo, desde el punto de vista de las instalaciones. "Ha habido que poner máquinas a punto después de años sin funcionar. Ya lo habíamos previsto, pero no quizás hasta el punto que nos ha pasado. De repente, tras cuatro años parada, una máquina se le empieza a ir el sistema hidráulico, pues hay que repararlo".
Juan Antonio Landróguez es jefe de construcción del proyecto de los petroleros. Él aclara uno de los puntos que fue conflictivo al comienzo de esta faena: "Para los petroleros tres y cuatro, toda la obra de acero ya está contratada, el armamento de cámara de máquinas está, y solo falta el armamento de carga y cubierta porque estamos mejorando de las lecciones aprendidas, añadiendo cosas". Él nos acompaña a pie hasta el barco. Una vez dentro toman el relevo José Hernández, director de producción de Suezmax, y Pepe del Buey, jefe de departamento de montaje. Recorremos el petrolero en toda su dimensión. Abajo a las entrañas de la sala de máquinas, un poco más arriba junto al cerebro del buque, hasta llegar arriba al puesto de mando. Todo es un ir y venir de operarios, con monos de distintos colores. Todos a lo suyo. No hay descanso.
Y el reto que está por venir es, otra vez, el de los gaseros. En Puerto Real llevan meses trabajando en la ingeniería de unos LNG modernos, que les haga ser competitivos y diferentes. "La historia es saber si tenemos que seguir nosotros o pasará como con los petroleros", cuando se firmó la alianza con el astillero coreano de Daewoo, hasta entonces su competidor, para que saliese más barata la ingeniería y el acero.
Desde ahora y en los próximos 15 días habrá que montar en el barco todo lo que falta (incluyendo el eje, el timón y la hélice). Después se harán las correcciones oportunas, se soldará todo y comenzarán las pruebas de estanqueidad de los tanques. El resto de plantas del petrolero está llena de operarios de diferentes gremios: carpinteros, electricistas, albañiles... Fuera, soldadores, pintores, tuberos. Hasta dentro de los tanques, que podrán almacenar más de 200.000 toneladas de crudo, aún se liman los últimos detalles.
José Hernández es quien pone cifras reales a ese trasiego laboral: de industria auxiliar, 2.300 operarios, más los 500 de plantilla. Y junto a ellos, otros 300 que trabajan en la East Anglia One, la segunda plataforma eléctrica para el proyecto eólico marino de Iberdrola. Son 3.100 trabajadores en una sola fábrica, 6.200 manos que llevan una nómina a su casa, más otros miles que en toda la Bahía de Cádiz se benefician de alguna manera.
En el polígono de astilleros, sin ir muy lejos, en la cafetería que en otros tiempos sus dos camareros hasta tenían tiempo de aburrirse, servían cafés a destajo igual a un operario con mono y casco que a un ejecutivo de chaqueta y corbata, o a una señora con su marido que, simplemente, había decidido dar un paseo porque "da alegría ver esto así".
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