Las siete vidas de carbures
enfoque de domingoIndustria de automoción y aeroespacial
La entrada de Black Toro en la firma portuense ha propiciado la llegada de Torrot y una actividad desenfrenada y futurista de uno de los fenómenos empresariales españoles más insólitos
Hace apenas tres años Carbures, una firma dedicada a la fabricación de piezas de fibra de carbono nacida en la Universidad de Cádiz en 1999, agonizaba en el mercado de valores. Las batallas internas del accionariado, más una fuga masiva de pequeños inversores alertados por el 'escándalo Gowex', dejaron la cotización por los suelos. El propio índice en el que se movía, el MAB, Mercado Alternativo Bursátil, perdió toda credibilidad.
Por entonces a Carbures se la daba por muerta, pero algo pasó que sembró dudas entre quienes no creen en hechos sobrenaturales: Carbures resucitó. El artífice de esa resurrección es Black Toro, un fondo de inversión que fue calificado de 'fondo buitre' cuando acudió en auxilio del fundador de la compañía, Rafael Contreras, que estaba a punto de perderla por el empuje de los inversores catalanes que habían llevado en volandas a la compañía a una cotizaciones astronómicas, muy por encima de su valor. "Ahora se da la situación contraria, posiblemente el valor de la compañía sea muy superior a su cotización", explica Juan Antonio Francés, experto en comunicación y responsable de la imagen de la compañía.
Un aldabonazo a su imagen ha sido precisamente el anuncio de inversión de la histórica marca de bicicletas Torrot en Cádiz. Serían doscientos puestos de trabajo. Acostumbrados a la sequía de inversión industrial en la Bahía, la noticia es una de las pocas buenas que últimamente se han recibido para el mercado laboral de la zona.
En realidad, la Torrot que llega desde Gerona tiene poco que ver con la fábrica de bicicletas que fundó en Vitoria en 1948 Luis Iriondo y que llegó a ser adquirida en los años 60 por Peugeot. La Torrot de hoy tendría su origen en la fundación de Gasgas en Gerona en 1985, nacida de las cenizas de Bultaco. Esto es lo que adquiere una renacida Torrot que, técnicamente, había desaparecido en 1991 y que ahora viene a Cádiz para trabajar en el velocípedo, cuyo diseño se quiere tener listo para la próxima feria del motor de Milán. Ya Torrot no es la empresa de esas bicicletas pesadas y mucho más duras que la BH o la Orbea, sino que abastece, por ejemplo, a Muvin, la start up que se ha llevado recientemente el premio a la más innovadora de España por su flota de 2.600 motos eléctricas que sus usuarios comparten en una decena de ciudades españolas. Un paso más hacia el tráfico limpio.
Carbures, en principio, sólo está relacionada con Torrot por un hecho nimio: tienen el mismo accionista mayoritario, Black Toro, que resultó no ser ese tipo de fondo que tan bien conocimos durante la crisis, dedicado a rapiñear lo que quedaba de empresas en bancarrota. Nueva Rumasa y Viajes Marsans sabían mucho de eso. Pero Black Toro, sociedad de capital riesgo creada en 2014 por dos nombres conocidos del mundo de las finanzas, Carlos Tusquets, cuya máxima es "no inviertas en lo que no conoces", y Ramón Betolaza, ha demostrado no ir de eso y centrarse en el motivo que llevó a su fundación, la revitalización de proyectos industriales. Su sintonía con Carbures y, en concreto, con Rafael Contreras, ha sido total, al punto de poner al primo de Rafael, Iván, al frente de su estrategia en Torrot. En la página web de Torrot Rafael e Iván figuran como "los refundadores" de Torrot. Por lo que Carbures y Torrot son lo mismo y no lo son, pero lo que es seguro es que su velocípedo entra de lleno en una serie de apuestas en las que trabaja Carbures desde que la inyección de Black Toro volvió a darle oxígeno en septiembre de 2015 (posteriormente se haría con la mayoría accionarial en diciembre de 2016).
De todos sus proyectos el que más se aproxima a la ciencia ficción es su inclusión dentro del Hyperloop, nombre comercial que la firma aeronáutica SpaceX le ha dado a un nuevo sistema de transporte de pasajeros en tubos al vacío. Como lo oyen. Lo más parecido al teletransporte. SpaceX es la constructora de cohetes de un visionario llamado Elon Musk, la 21 persona más poderosa del mundo según Forbes y creador, entre otras, de Paypal y Tesla Motor, los coches eléctricos del futuro.
Musk tiene dos sueños. Uno es crear una colonia humana en Marte para cuando hayamos enviado nuestro planeta al vertedero; el otro es que la gente se mueva a 1.200 kilómetros por hora. Y lo mismo el negocio es bueno porque quieren comprarlo los árabes creando un corredor supersónico entre Abu Dhabi y Dubai: el trayecto de 160 kilómetros se haría en doce minutos. Ahí entra Carbures. Ese segundo sueño del 21 hombre más poderoso del mundo tiene uno de sus puntos estratégicos en El Puerto, donde Carbures trabaja en el diseño de las cápsulas supersónicas que irán por esos tubos. Su contribución ha sido valorada por Hyperloop al punto de incluir a Ramón Betolaza como miembro del consejo de esta sociedad futurista. Bibop Gresta, presidente de Hyperloop, regaló los oídos de Carbures declarando que "tenemos algunos de los mejores talentos globales como parte de nuestro equipo, y ahora con Carbures seguimos sumando al proyecto a una empresa innovadora, experimentada y prestigiosa".
Bibop Gresta (se llama Gabrielle, pero su seudónimo es un homenaje al genial saxo Charlie Parker) es otro personaje curioso. Italiano de nacimiento, se hizo millonario vendiendo a Telecom Italia su compañía de producción y distribución de contenidos musicales. Y es que al frente de Hyperloop está un hombre muy espabilado cuya carrera profesional tiene su origen en guiones para los programas de MTV Italia. Hoy es una de las manos derechas de Musk.
La entrega de la primera capsula, que medirá 30 metros con un diámetro de apenas dos metros y medio y con una capacidad para 40 pasajeros, está prevista para principios del próximo año y se hará en el centro de investigación y desarrollo que Hyperloop tiene en Toulouse, la capital de la aeronáutica en Europa. Es allí donde comenzarán las primeras pruebas y la integración en el sistema de propulsión.
Toulouse no es un lugar desconocido para Carbures, que en 2013, antes del 'gran terremoto', adquirió Composystem, lo que le situó en el otro gran polo aeronáutico nacional, situado en la provincia de Toledo, en Illescas. Carbures tomaba posiciones en el parque tecnológico toledano que está a tiro de piedra de Getafe, donde Carbures abrirá una planta que será el doble de grande que la de Illescas y la sustituirá. Todo en Getafe, la conocida como capital del sur de Madrid, remite a la aviación. Illescas sería su hermana pequeña, pero en esa hermana pequeña, vecina de Composystem, está la planta de 300.000 metros cuadrados de Airbus Illescas. Composystem, gracias a esta buena vecindad, se habría convertido en proveedor de piezas de fibra de carbono para Aerolia, una spin off de Airbus Francia creada en 2009 y que cuenta con casi 4.000 trabajadores, que es, a su vez, proveedor de todas las grandes compañía. Su matriz, Stelia, vendió en 2016 por valor de algo más de dos billones de euros. Esas son las grandes ligas. Aerolia, por supuesto, está ubicada en Toulouse. Gracias a estos contratos, entre las plantas de Carbures de Illescas y Jerez salieron en 2016 un total de 45.695 piezas de fibra de carbono para el mercado aeronáutico.
Además, el pasado octubre logró ampliar su cartera de clientes y formalizó un contrato con la belga Sabca, otro proveedor de Airbus. En esta ocasión lo que se le ha pedido a Carbures es la fabricación de las fundas protectoras del carenado de uno de los modelos de Airbus.
A Carbures, además de la aeronáutica, le interesa la automoción, donde se fabrican muchas más piezas por la sencilla razón de que las piezas son más pequeñas y, otra vez, por la sencilla razón de que un coche es más pequeño que un avión y que hay más coches que aviones. Hace poco Carbures se ha aliado con la compañía italiana de ingeniería 2elle-engineering: desde 2015 fabrican llantas híbridas de fibra de carbono.
Pero el filón es el mercado chino. Carbures firmó el pasado septiembre un contrato de 5,5 millones para una línea de ensayo automatizada para la fabricación y montaje de sistemas de servodirección en coches que tendrá que realizar Carbures Mobility en las plantas de Manresa y otra que se adquirió en la ciudad china de Suzhou. Pocos días después la compañia informaba de otro contrato para México por el cual se comprometía a fabricar parabrisas en serie. En la planta mexicana de Querétaro afirma que puede fabricar uno cada trece segundos.
Todo lo que toca Carbures suena a algo que al humano medio se le antoja de Star Trek. La confianza de Black Toro en el proyecto es absoluto y si hay que hacer caso a la máxima de Carlos Tusquets de que no hay que invertir en lo que no se conoce, quizá se pueda concluir que esta vez la resurrección de Carbures sea algo más que una catalepsia.
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