Menús en Braille para no pedir a ciegas
PUERTO REAL
Mari Paz Recio, madre de un niño con discapacidad visual, inicia una campaña para que los restaurantes adapten sus cartas al Braille, con ayuda de la ONCE
Puerto Real/La hostelería de Puerto Real es, desde ahora, un poco más integradora para las personas con deficiencia visual. Ha sido gracias a la colaboración de mucha gente y, principalmente, al tesón de Mari Paz Recio. Es la madre del pequeño Francisco Manuel Benítez, de diez años de edad, que tiene una capacidad visual de solo un 2% debido a una atrofia óptica. “A mi hijo le encanta comer fuera de casa y siempre que vamos a un bar o restaurante tenemos que leerle la carta para que el sepa que es lo que hay”, dice Mari Paz.
Así que pensó que sería un paso importante para él y para todas las personas ciegas o con discapacidad visual, que las cartas y menús estuviesen adaptadas al sistema Braille (sistema de lectura y escritura táctil para personas ciegas). Es un paso más por su autonomía porque, como funciona hasta ahora, siempre es necesaria ayuda.
Comenzó proponiendo la idea a los bares y restaurantes donde tenía más confianza, en los que suele frecuentar, y con la ayuda de la ONCE de Cádiz empezaron a traducirlas. “La idea ha tenido muy buena acogida y se están sumando muchas empresas locales y estamos abiertos a que lo hagan todas las que lo deseen”, dice Mari Paz.
Este viernes, la ONCE de Cádiz entregó el trabajo realizado por el personal de la Fundación, que no puso ningún reparo en colaborar en el proyecto. El propio Francisco Manuel fue junto a su familia entregando las cartas que espera poder empezar a usar muy pronto.
Cuando el pequeño llegaba con la carta llamaba la atención de algunos clientes que reconocían que nunca se habían planteado "cómo pide en un bar una persona ciega. Supongo que será el camarero el que la cante en voz alta. Pero vaya jaleo”, decía uno de los clientes de Bar Arca, uno de los primeros en recibir su propuesta gastronómica en Braille.Para el restaurante es un servicio más que ofrecen y están encantados con poder incorporarlo. También funciona en La Carbonería y otros establecimientos del municipio.
Dice Mari Paz Recio, vecina de Puerto Real que una vez “pasado el duelo” y tras asimilar las dificultades a las que su hijo se va a enfrentar, ha centrado sus esfuerzos en luchar por la accesibilidad y autonomía de su hijo en particular y de las personas deficientes visuales en general.
Otra de las iniciativas que ha emprendido se ha dirigido al Ayuntamiento de Puerto Real a quien ha solicitado que se adapten los semáforos del municipio para facilitar el paso a las personas invidentes. El Ayuntamiento, a través del concejal de Urbanismo, Carlos Salguero, ha recogido el guante y se ha comprometido a instalarlos. De hecho ya ha comenzado a solicitar los presupuestos para que se pueda instalar lo antes posible un sistema que emite diferentes tipos de señales acústicas que indican su posición y la viabilidad del cruce.
“Mi hijo dentro de poco irá solo al colegio o al instituto. Ese es nuestro objetivo, que acuda con su bastón sin necesidad de que nadie le acompañe”, dice Mari Paz. Sin embargo, de momento no es posible. El camino está lleno de obstáculos y “es muy frecuente que los conductores se salten a la torera los pasos de peatones, pese a que estén elevados”, asegura.
Por ello, instalar este tipo de semáforos con señales acústicas en lugares donde actualmente el tráfico no está regulado por semáforos es otro de los objetivos que también ha trasladado al Ayuntamiento de Puerto Real. El edil de urbanismo se ha comprometido con la familia a colaborar en todo lo que sea posible
La ONCE apuesta por el Braille en los supermercados
El etiquetado en braille de servicios y productos es aún insuficiente. Por ello, la ONCE ha lanzado la campaña “Alimentos con su punto” para reclamar a la industria alimentaria etiquetas en braille para distinguir los productos, saber su fecha de caducidad o conocer si tiene alérgenos, un derecho de las personas ciegas para equipararse al resto de consumidores. Además de ser un derecho, disponer de etiquetas en braille tiene un coste mínimo y contaría con el respaldo de la Comisión Braille Española. En España hay 72.000 invidentes que se enfrentan a diario al reto de abrir un tetrabrik para averiguar si en su interior hay leche, caldo de pollo o vino o de coger de la nevera un yogur sin saber de qué sabor será.
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