La huelga del metal colapsa la barriada Río San Pedro

HUELGA DEL METAL

El conflicto se ha trasladado este lunes al interior de la barriada Río San Pedro, donde huelguistas y antidisturbios han protagonizado momentos muy violentos con una auténtica batalla campal

Las imágenes de la séptima jornada de huelga del metal en Cádiz

El río San Pedro, tomado por la Policía / C. P.

Puerto Real/La que ha sido la séptima jornada de huelga indefinida en el sector del metal de la provincia de Cádiz ha tenido a Puerto Real como principal escenario del conflicto. La barriada Río San Pedro ha sido escenario de una auténtica batalla campal entre huelguistas y antidisturbios, que recordó, y mucho, a los episodios que ya se vivieron en la ciudad en los años 80 derivados de la crisis industrial en el astillero de la Villa.

La jornada arrancó, como viene siendo habitual en la última semana, pasadas las seis de la madrugada con los piquetes informativos en los accesos de los principales centros de trabajo del municipio: Navantia, Dragados y Alestis. Bajo el puente de La Pepa, ante la puerta de Dragados, se había convocado una asamblea a la que, además de los trabajadores, se había convocado a delegados sindicales de la empresas del metal para analizar la situación del conflicto y denunciar a las empresas que, según dijeron “están amenazando y presionando a los trabajadores para que abandonen la huelga y retomen el trabajo”.

En los alrededores de Navantia, donde también se habían instalado piquetes, se vivieron pasadas las siete de la mañana los primeros momentos tensos cuando un grupo de trabajadores intento cortar la carretera CA-36 que enlaza con el puente Carranza, pero en apenas unos minutos la fuerte presencia policial, bastante mayor en la zona que en jornadas anteriores, abortó la acción y empezó la primera carga: disparos con pelotas y botes de humo que eran respondidos por los manifestantes con piedras, principalmente.

Una ciudadana da su opinión sobre la huelga del metal.

También se vivió una escena similar en la planta de Alestis Puerto Real. La plantilla había organizado un piquete, cortando el acceso a la planta con la barricada de fuego en la rotonda principal. Allí, según aseguró el presidente del Comité de Empresa de Alestis, Pedro Lloret, “se produjo una carga policial sin venir a cuento, lanzando gas lacrimógeno a unos trabajadores que estamos defendiendo nuestro trabajo y nos tratan como a terroristas

Después de que las fuerzas de seguridad prácticamente desalojasen el polígono Río San Pedro, los trabajadores del metal se mezclaron entre los bloques de la barriada, después de una persecución por los pinares en la zona trasera de la Sala de Barrio. Tras unos minutos de calma, volvieron los encontronazos cuando los huelguistas volcaron contenedores de basura en la Avenida de Argentina, frente al colegio Río San Pedro, cortando el tráfico en ambos sentidos.

Como ha sucedió días atrás, los cambios de rumbo de la protesta han sido la tónica general de la mañana de este lunes. El grueso de los participantes volvió a atravesar el barrio hasta llegar a la calle Proa, donde, de igual modo, volcaron contenedores de basura, antes de intentar acceder de nuevo al margen de la CA-36, donde intentaron cortar el tráfico frente a la factoría de Alestis, pero enseguida varios furgones de policía se colocaron el puente y los trabajadores desistieron, regresando a la calle Proa.

En ese lugar, se volvieron a producir fuertes encontronazos en ambas partes. Muchos vecinos de la zona salieron a las ventanas con cacerolas para hacer ruido y mostrar así su apoyo a los trabajadores, que repetían las consignas de esta lucha: “Somos obreros, no delincuentes”, “ni un paso atrás en la lucha del metal” y “el pueblo unido jamás será vencido”. Los antidisturbios intentaron disolver a los huelguistas con el apoyo de un vehículo blindado (BMR) de la Unidad de Intervención Policía (UIP), que avanzó por la calle Proa obligando a los trabajadores a abandonar la zona y provocando el momento más complicado de la jornada. La protesta se dispersó por el interior de la barriada y se produjeron cargas entre los bloques del barrio ante el enfado de los vecinos de la zona que gritaban a los agentes de policía.

Automáticamente, la mayoría de comercios de la zona centro del barrio, en la Avenida Quinto Centenario, echaron la baraja, y no fueron pocos los que recriminaron tanto a los huelguistas como a los cuerpos de seguridad del Estado, que hubiesen arrastrado el conflicto hasta el centro del barrio, una zona muy cercana a la Escuela Infantil Viento del Sur.

La avanzadilla de los antidisturbios llevó de nuevo a la protesta hasta la Avenida de Argentina, de nuevo ante la puerta del colegio público Río San Pedro. Esto fue recriminado también por los propios manifestantes, que caminaron con los brazos en alto hasta pararse frente al cordón policial, donde hicieron una sentada.

Cuando parecía que los ánimos se empezaban a calmar, los trabajadores del metal empezaron a caminar con la intención de regresar al polígono Río San Pedro y la policía volvía a impedirlo. Así, los actos violentos se centraron de nuevo frente al colegio Río San Pedro. Frente a su puerta, los manifestantes volcaron contenedores de basura a los que prendieron fuego, y eso enfado otra vez a los vecinos. Se quejaban de que el fuego estaba alcanzando a uno de los pinos del margen de la carretera y temían que se produjese un incendio de mayor magnitud, y de la cercanía al centro educativo, que tuvo que cerrar ventanas y persianas porque en pocos minutos se vio envuelto en una nube de humo negro.

Uno de los contenedores que volcaron fue el de la recogida de vidrio, y las botellas que contenía sirvieron como munición contra los antidisturbios, que respondían con bolas de goma. Tras un rato de tensión en esa zona, se marcharon de nuevo a la paralela calle Proa, donde volvieron a volcar contenedores y a incendiarlos. Esta vez, los vecinos, además de recriminarlo, salían corriendo para sacar los coches de los aparcamientos.

Cuando la protesta estaba ya disolviéndose y los bomberos se preparaban para acceder a la zona y apagar los fuegos, un grupo de trabajadores regresó al margen de la CA-36 que, esta vez sí, lograron cortar durante unos minutos, provocando fuegos en los márgenes de estas y una breve retención de vehículos en la autovía. Poco después de la una de la tarde, la zona se despejó para dejar el barrio en calma antes de la salida de los escolares de los distintos centros educativos del barrio.

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