El comercio local se apaga en Puerto Real: El 20% de los locales de la calle de la Plaza están en alquiler
El cierre de establecimientos en la ciudad genera preocupación en el sector. El auge de la venta online y los altos precios de los alquileres son dos de las principales causas por las que los comerciantes ven un escenario “terrorífico”
Pese al declive, hay historias esperanzadoras como la de 'Lou Moda', uno de los pocos establecimientos de calle De la Plaza que está creciendo
Casi medio millón de euros para crear una plataforma única en las calles Amargura y Soledad de Puerto Real
Puerto Real/Puerto Real no ha escapado a la crisis del comercio local, el de proximidad, que se está experimentando en todo el país. Los comerciantes locales resisten a duras penas las sacudidas que reciben cada vez que va cambiando nuestra forma de consumir. Los que aún se mantienen son supervivientes de la batalla –que continúa- frente a las grandes superficies comerciales y, desde hace ya unos años, combaten los embistes de la venta online.
Son conscientes de que su lucha es similar a la de David contra Goliat, y saben también que la victoria del pequeño no es más que una historia bíblica que no siempre se da. En Puerto Real lo han visto de forma clara en el último año, cuando comercios de referencia con una larga trayectoria han echado la baraja para no volver a levantarla.
Lo ha lamentado la Asociación de Comerciantes y Empresarios, ACE Puerto Real, que no se ha cortado al definir el escenario como “terrorífico”. La propia entidad ha señalado que, en muchos casos, los cierres se han producido por los elevados costes de los alquileres en el municipio.
Un ejemplo claro lo encontramos en la calle de la Plaza, la principal vía peatonal y comercial de la ciudad. En uno de los locales que se alquilan se anuncia el precio: 900 euros mensuales por 62 metros de local. Es solo un ejemplo en una vía donde la media de los alquileres roza los 1.000 euros,y quizás sea ese, y el miedo a emprender por otros gastos (es del alquiler es solo uno de ellos) que conlleva la aventura comercial, que calles tan céntricas estén plagadas de locales vacíos.
En De la Plaza, desde el número 1 hasta el 222, existen unos 140 locales comerciales. De ellos, el 20% está actualmente esperando un inquilino. Espacios con carteles de “se alquila”, que en ocasiones han perdido el color fluorescente con el que se colgaron hace años. Otros, que sí lograron ocuparse, se han destinado a actividades no exactamente comerciales, como sedes de asociaciones, escuelas o sedes políticas, por lo que la actividad comercial también ha desaparecido del mapa, pese a que sí esté ocupado.
Esta situación no mejora en calles también céntricas como Soledad, Nueva o Cruz Verde. Especialmente triste es la calle de La Palma, donde la actividad comercial prácticamente ha desaparecido, a excepción de comercios señeros como la Ferretería El Gallego o Marquetería Migagu.
“Competimos cada vez más con las ventas online, con las grandes superficies y las ventas ilegales que se establecen en las principales arterias comerciales de Puerto Real”
Dice la Asociación de Comerciantes y Empresarios que, además de los alquileres, en otros casos la decisión del cierre ha llegado por una “crisis sostenida en el tiempo que ha hecho temblar las ventas, la subida del precio de suministros esenciales, impuestos estatales y municipales, así como cuotas de autónomos, de materias en origen y la inflación”.
En el balance de ventas, señalan el 2024 como un año “muy flojo”, con pérdidas que en algunos casos pueden suponer entre un 10% y un 30% de facturación. Una bajada que se suma a las pérdidas de ventas que ya se produjeron en el año 2023 (sobre el 20%). “Este porcentaje se convierte en un terrorífico escenario para el futuro del comercio local”, dice ACE.
“Competimos cada vez más con las ventas online, con las grandes superficies y las ventas ilegales que se establecen en las principales arterias comerciales de Puerto Real”. A esto suman la “nula relación” entre el comercio local y las instituciones públicas.
En concreto, señalan al Ayuntamiento de Puerto Real y a su Delegación de Comercio, que no ha impulsado campañas de promoción de las compras en el comercio local y ha eliminado eventos como la Ruta de la Tapa y el concurso municipal de escaparates navideños.
Almacenes Amaya: 75 años de comercio
Testigo de ese declive comercial ha sido Almacenes Amaya (calle de la Plaza esquina con Ancha). El establecimiento dedicado al comercio textil, uno de los más antiguos de la ciudad, cumplirá el próximo mes de junio 75 años de presencia en la Villa. Más de 40 lleva tras su mostrador Pepe Menacho, que se inició junto a su padre siendo adolescente. “Esta decadencia, la tendencia a la baja, se viene notando desde hace muchos años”, dice Menacho. Señala que es un fenómeno que se da en todas las ciudades, no solo en Puerto Real, porque las nuevas generaciones han cambiado el concepto de consumo y apuestan más por centros comerciales y compras online. “Es difícil que pisen un comercio”, dice.
No obstante, sí entiende que Puerto Real tiene un hándicap añadido que lo hace distinto. “No somos una población turística, por lo que nuestra clientela potencial se centra solo en los vecinos de la ciudad, y los pocos clientes que hay nos los repartimos entre los que quedamos. Hoy me toca a mí y mañana al vecino, pero la calle cada vez está más vacía y el trasiego que había antes no es el que hay ahora ni de lejos”, lamenta.
Él, como la Asociación de Comerciantes de la que forma parte, considera que el sector del comercio local necesita ayudas. “Una realidad es que para ayudar al comercio la mejor manera es comprando en él, pero creo que las administraciones también tienen mucho que hacer”, dice. “No digo que vayan a bajarnos impuestos, pero, al menos en la parte local, hay que tener una implicación con el comercio de proximidad que no estamos viendo por parte del Ayuntamiento como sí vemos en otros municipios del entorno”, asegura el comerciante.
“Somos motor de economía, imagen de pueblo y patrocinadores de multitud de concursos, talleres y eventos que la sociedad de Puerto Real nos demanda. Esas ayudas a entidades también se pierden a medida que el comercio se va apagando”, advierte.
Renovarse o morir
El precio del alquiler también es una de las principales cargas para Lourdes Armario, gerente de Lou Moda, y, además, por partida doble. “Es verdad que los precios son altos, pero es lo que piden. Si queremos estar céntricos, en la calle de la Plaza, tenemos que pagarlo”, dice con cierta resignación.
La joven, que hace cinco años abrió su tienda de ropa, es una excepción. No solo ha conseguido mantener abierto su establecimiento, sino que, además, lo ha ampliado con la apertura de un nuevo local (contiguo al que ya tenía) y que ha dedicado a la moda curvy. Esa ampliación ha hecho que también crezca su empresa, en la que ahora trabajan cuatro personas. No ha sido suerte ni casualidad. Su éxito solo se consigue gracias al esfuerzo y a las ideas innovadoras.
Cuando Lourdes aterrizó en el mundo comercial, con muy poca experiencia en el sector, enseguida detectó la fuerte competencia que existía en las ventas online. “Es verdad que la gente cada vez tiene menos tiempo y que, en muchos casos, es cuando llega a casa y encuentra un momento de tranquilidad, cuando se para a pensar en comprar ropa”, afirma.
Fue entonces cuando se dio cuenta de que las redes sociales serían un aliado para su negocio. “Las usamos mucho para promocionar nuestros productos”, reconoce. “Desde Facebook, Instagram y Tik-Tok, hasta los estados de mi propio WhatsApp o la página web que también tenemos activa. Cualquier canal es bueno si se llega a la gente”, asevera.
Pero sin duda, una de las claves de su éxito son los directos. Al menos una o dos veces a la semana, se conecta a las redes y hace un llamamiento a sus seguidores que se cuentan por miles. Ahí, a modo de ‘teletienda’, va mostrando las últimas novedades y no en pocas ocasiones ella misma sirve de modelo. Informa de los colores, las tallas, posibles combinaciones con otras prendas y su precio. “Nuestras clientas lo ven en casa y en el mismo directo no hacen reservas de las prendas, que luego recogen en la tienda. También hacemos envíos a toda España”.
Ese es uno de sus éxitos, que también supone un esfuerzo extra ya que esos directos se hacen cuando la tienda está cerrada. “Hoy nos dan aquí más de las once de la noche y mañana volvemos a abrir”, comenta antes de empezar. Y además pese a estar tras la pantalla, no se rompe la esencia del comercio de cercanía. Mensajes que dirige a sus clientas del tipo: “Ana, te voy a guardar mejor una M que este modelo viene grandecito”, demuestra que la convivencia de la tradición y la tecnología es posible.
De local comercial a vivienda: un peligroso viaje sin retorno cada vez más frecuente
Si la crisis del comercio de proximidad es patente, el problema de la vivienda es ya una realidad preocupante desde hace mucho tiempo. Dos realidades que se han encontrado en un camino sin retorno para el comercio. En los últimos años no están siendo pocos los locales comerciales que se están convirtiendo en viviendas, ya sea para uso habitual o para alquiler.
Uno de los casos más llamativos es el local que hasta hace poco acogía a El Hogar de Pepa. Era uno de los establecimientos más señeros del comercio local, especializado en vestidos de fiesta, moda flamenca y diseño de moda, pero acabó cerrando sus puertas. Ahora, meses después del cierre, no queda ni rastro del establecimiento comercial que se ha convertido en una vivienda.
Y aunque el proceso de convertir un local en vivienda no es sencillo (a veces imposible) y depende mucho de la normativa de cada municipio, no son pocos los que se aventuran buscando, en muchas ocasiones, una vivienda en planta baja que soluciona un problema habitacional, pero que avanza un poco más en la destrucción del comercio de cercanía. Donde hubo un comercio, nunca más lo habrá.
Es curioso como se está produciendo el efecto contrario al de hace unas décadas, cuando muchas casas del centro “sacrificaron” alguna de sus habitaciones para habilitarla como local comercial y cuando la mayoría de reformas que se hacían acababan con viviendas en la primera planta, reservando la planta baja para algún tipo de establecimiento.
En cualquier caso, hay que recordar que un local no es una vivienda y que es necesario tramitar ese cambio legalmente. De otro modo, vivir en un local, al ser irregular, podría plantear distintos problemas legales, algunos muy graves.
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