Muere 'La Pipi' de Puerto Real: “Muchas gracias por tanto, Diana”
Diana Broughton ha recibido sepultura en el cementerio de San Roque este martes
El pueblo siempre la recordará por su atención y dedicación a las colonias felinas
Puerto Real/Se ha marchado con la misma discreción con la que vivió, sin hacer ruido, acompañada de las pocas personas que tuvieron un trato directo con ella y de quienes ahora dedican su tiempo a cuidar a las colonias felinas de la Villa, algo que ella hacía desde que recaló en la ciudad hace ya más de cincuenta años.
Diana Broughton, popularmente conocida en Puerto Real como ‘La Pipi’, ha fallecido a los 79 años, y este martes ha recibido sepultura en el cementerio de San Roque de Puerto Real. Diana moría en el Hospital de Ronda, donde fue ingresada por su delicado estado de salud, derivada desde la Residencia de Mayores Sor Lidia de Algodonales, en la que vivía desde hacía casi un año.
“Muchas gracias por tanto, Diana. Siempre te recordaremos”, se oía justo cuando el cuerpo de Diana era enterrado, antes de que se rompiese el silencio con un aplauso. “Seguiremos cuidando a los gatos en tu nombre”, apuntaba otra de las personas, alrededor de una veintena, que le acompañaron en su última despedida.
Diana llegó a Puerto Real desde Australia hace más de cincuenta años. Aunque su paso por la ciudad iba a ser un destino más, distintos motivos hicieron que se quedase. Llegó sola y así pasó la mayor parte de su vida.
En estos años, Diana, popularmente conocida como ‘la Pipi’ por su parecido con el conocido personaje de televisión Pipi Calzaslargas, hizo algunos amigos que la han acompañado hasta sus últimos días. “Era un ser de luz, un alma libre que también sufrió mucho”, dice de ella Carmen Blanco, amiga de Diana que rompía a llorar en el cementerio de San Roque cuando aparecía el coche fúnebre. Ella la conoció siendo adolescente a través de su hermano, que trabajaba en el antiguo camping El Pinar, donde Diana se había instalado en la zona de Casines.
“La vamos a echar mucho de menos porque hemos vivido con ella muchos momentos. Con ella hemos pasado las Navidades y la he tenido en mi casa muchas veces”, recodaba Carmen, que le abrió las puertas de su casa en momentos muy complicados para Diana, como cuando prendieron fuego a la zona donde vivía. “Ella era una mujer muy querida en Puerto Real, pero no todo el mundo la entendía y hubo gente que le hizo daño, pero ella siempre perdonó y nunca guardó rencor”, recordaba Carmen.
Ella, junto a otras personas de Puerto Real, se convirtieron en su familia puertorrealeña. Tenía familia en Australia que alguna vez la visitaron. Sus padres y su exmarido, que falleció hace unos años; y algunos sobrinos con los que había perdido ya el contacto. “En algún momento, cuando esté tranquila, me gustaría contar su historia sin entrar en lo personal, pero para que todo el mundo entienda mejor cómo fue su vida, como vivió y lo que pasó. Diana tenía muchas historias y pasó lo suyo”, dice Carmen.
Y es que Diana fue querida, pero también incomprendida. Fue tildada de loca muy a la ligera, y aveces maltratada incluso físicamente. Diana vivió su vida como quiso, sin hacer daño a nada y dedicada a su único objetivo: alimentar y cuidar a los gatos de Puerto Real.
Su imagen circulando por Puerto Real en una moto con dos serones, bien merecer ser patrimonio cultural de la Villa. El ruido de su motor era una señal inequívoca para los gatos callejeros de que llegaban los cuidados y el sustento que esperaban, y salían a su encuentro. Entonces, nadie más se interesaba por ellos.
“Vamos a darle el último adiós a Diana, un personaje de Puerto Real que se enamoró de los gatos de las colonias, con un amor incondicional, a los que dedicó su vida. Hoy teníamos que estar aquí para despedirla porque fue un ejemplo”, dijo Virginia Mena, concejala de Bienestar Animal que acudió a despedirla.
“Ella fue la pionera. La primera persona que se interesó por cuidar las colonias de gatos, como ahora hacemos nosotras”, dice Charo Vías, una de las personas que ahora se encarga de una de las colonias. “No queremos que se olvide nunca y esperamos que el Ayuntamiento le haga el reconocimiento que se merece: una calle o un parque con el nombre de Diana”, dice Vanessa Díaz, también cuidadora de gatos. “Ha sido un ejemplo. Mi gran admiración hacia Diana y el eterno agradecimiento en nombre de todos los animales abandonados”, apostillaba Lourdes de Ávila.
Hasta los últimos días de su vida, poco antes de ser ingresada en el Hospital de Puerto Real y posteriormente en la Residencia de Algodonales, Diana se dedicó por completo a los gatos. Ni los años ni su cada vez peor estado de salud, impidieron su trabajo.
Un reconocimiento en su memoria
Ahora que Diana nos ha dejado, vuelven a sonar las voces que piden un reconocimiento a su trabajo. Un espacio que la recuerde. De hecho, hace ya más de tres años que el pleno del Ayuntamiento de Puerto Real aprobó dedicarle un espacio a Diana como muestra de gratitud hacia ella. “Por todos los animales que ha salvado a lo largo de su vida y porque, con su ejemplo, ha abierto los ojos de muchos que se han animado a seguir sus pasos, comenzando a hacer de Puerto Real un lugar que respeta, ama y cuida a sus animales”, se dijo entonces.
Aunque no se llegó a concretar el espacio que sería nombrado, se barajó como posibilidad más interesante que fuese en el parque del Pinar de Casines, ya que Diana vivió allí durante una época.
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