Un vecino de Puerto Real recupera mil euros perdidos gracias a la solidaridad de una pareja
Paco Andreu perdió un sobre con dinero el mismo día que iba a someterse a una intervención quirúrgica y ocultó el suceso a su familia para no generar más preocupación
Carolina y Antonio, una pareja de venezolanos que regenta una tienda de golosinas, lo encontraron y estuvieron dos semanas buscando a su dueño hasta que dieron con él
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Puerto Real/¿Qué harías si te encuentras un sobre en la calle con dinero? Es una pregunta que probablemente todos nos hemos hecho alguna vez y que es habitual que se plantee en reuniones de amigos cada vez que se conoce una historia como la que a continuación le contamos.
Uno de sus protagonistas es Francisco Andreu, un jubilado de 84 años, vecino de Puerto Real, que se llevó el disgusto de su vida, precisamente el día que cumplía años. Según relata, suele tener en casa una botella en la que va guardando “sus ahorritos”. Monedas que va acumulando a lo largo del año y que después cambia en el banco para dar “un aguinaldo” a los nietos cuando llega la Navidad. Este año no cambió esa vieja rutina, aunque lo hizo quizás en el momento menos adecuado.
“Como tenía que operarme ese día por la tarde en el Hospital de Puerto Real, pensé en llevarlo a cambiar porque no sabía cómo iba a estar después de la operación”, recuerda. “Pero ese día me había tomado los tranquilizantes esos que te dan para que no estés nervioso en la operación”, relata. Aun así, se fue al banco antes de ir al hospital, cambio el dinero y le dieron en un sobre los mil euros que había conseguido ahorrar.
Pero cuando iba llegando a casa, la tranquilidad que el medicamento había proporcionado a Paco, se esfumó en un segundo. “Me eché la mano al bolsillo y me di cuenta de que no tenía el sobre”. Volvió sobre sus pasos y fue al banco. Pero nada, ni rastro del sobre ni, por supuesto, de los mil euros. Por el camino se encontró a un amigo que “cuando me vio la cara supo que algo me pasaba”.
Ese amigo era el único que sabía del suceso porque, por no preocupar a su familia, el hombre se fue al Hospital para someterse a la operación sin contar nada en casa. “Allí las enfermeras me decían que estaba muy nervioso porque era incapaz de dormir. Me preguntaban si quería que me pusiesen algo para relajarme y me animaban a que todo iba a salir bien, sin saber ellas que yo lo que tenía encima era el disgusto del dinero perdido”.
Afortunadamente, la operación salió bien y Paco regresó a casa con su familia, a la que seguía sin contar nada. Pero su sorpresa fue cuando, trece días después de la pérdida, cuando ya no tenía esperanzas ningunas y se intentaba consolar pensando en que quizás lo encontró una familia que lo necesitaba más, llamaron a su puerta. Cuando abrió se encontró ante ella a dos personas totalmente desconocidas para él. “¿Es usted Francisco Andreu?”, preguntaron. “Sí señor”, respondió él. Entonces, la pareja le preguntó: “¿Usted ha perdido algo últimamente?”, dijeron mientras a Paco asentía y le cambiaba la cara.
Paco no podía creer que había recuperado el sobre con los mil euros, gracias a una pareja que no conocía de nada. “Eran un hombre y una mujer de Venezuela, a los que apenas di las gracias porque estaba muy nervioso”, dice. Y es que, además, a esto hay que sumar la pregunta de su esposa: “¿Quiénes son y que es ese sobre, Paco?”.
Junto al sobre perdido había un resguardo bancario en el que figuraba su nombre. Paco sabía que ese documento tambiénlo lo habia extraviado, pero lejos de creer que era una forma de acceder a él, eso aumentó su preocupación al pensar que con el número de cuenta podían robarle. “Un día fui también a escondidas a preguntar al banco, pero me dijeron que no”, explica ahora entre risas.
Pero además del hecho de devolver el dinero, hay que valorar que la pareja, puso todo su empeño en localizar a Paco. Este, tras la operación, se fue unos días a casa de su hija para descansar, por lo que la pareja acudió a su casa hasta en tres ocasiones, pero nunca había nadie.
“Sé que me estuvieron buscando porque algún les diría que yo iba mucho a la Hermandad de la Soledad, y fueron también allí a ver si daban conmigo, pero yo en esos días no iba porque me estaba recuperando de la intervención”.
Ahora, con todo ya más pausado, con el disgusto convertido en una anécdota con final feliz, y tras algún que otro rapapolvo que se ha llevado de su familia por “guardar el secreto”, Paco quiere dar las gracias a esa pareja de la que sabe muy poco.
“Cuando llegaron me puse muy nervioso. No sabía si reírme o llorar (luego confiesa que acabó llorando mucho) y solo les daba las gracias. Pero ahora lo pienso y me doy cuenta de lo que hicieron por mí, de que devuelven la confianza en la gente y de que, gracias a Dios, aún quedan personas muy buenas en el mundo”. Y en este caso, la solidaridad, como la suerte en la película de Luis Bayón, también llama tres veces.
“Teníamos claro que no era nuestro y que había que encontrar a su dueño”
Aunque Paco Andreu cree que fueron dos turistas que estaban de paso por Puerto Real los que le devolvieron el dinero y que ya se habían vuelto a su país, la realidad es otra. Fueron Carolina Contreras y Antonio Pezzia, una pareja venezolana que regenta la tienda de golosinas Kandy-Kandy en la calle De la Plaza. Cerca de su local vieron un sobre, “que parecía un papel que envolvía algo”, y junto a él, un recibo. Cuando lo cogieron se llevaron una sorpresa mayúscula al comprobar que en su interior había nada menos que mil euros. “Al principio nos quedamos muy extrañados, pero enseguida entendimos que ambos debían estar relacionados y que ese dinero lo había perdido la persona que figuraba en el recibo”, cuenta Carolina. Y aunque una situación como ese pone a prueba a cualquier persona, ellos no dudaron. “Teníamos claro que no era nuestro y que había que encontrar a su dueño”.
Se pusieron a investigar quien era ese tal Francisco Andreu, y lo hicieron con discreción, sin decir a nadie que tenían su dinero. “Supimos que iba a la Hermandad de la Soledad y preguntamos por él, pero allí nos dijeron que estaba en una operación”, recuerdan. Cuando consiguieron su dirección, fueron varias veces a su casa, hasta que dieron con él. “Tampoco queríamos dar muchas pistas por si no era suyo, pero enseguida tuvimos claro que sí. Antes de decir que teníamos el dinero, él nos reconoció que había perdido mil euros, pero que nadie lo sabía”. Ahora están sorprendidos con que la información haya trascendido. “Hicimos lo que debíamos de hacer. Era lo más justo”, dicen.
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