Las impactantes confesiones de Julián Muñoz sobre Isabel Pantoja

Julián Muñoz falleció el pasado 24 de septiembre a los 76 años, dejando atrás una vida marcada por el escándalo y la controversia. La noticia de su muerte llegó acompañada de un sorprendente giro: una entrevista póstuma para el programa ¡De Viernes!, en la que el exalcalde se sinceró sobre su relación con Isabel Pantoja, la famosa tonadillera que marcó su vida personal y mediática.

“Fue mi perdición”, declaró Julián Muñoz refiriéndose a la cantante, describiendo cómo, a pesar de que al principio ni su físico ni su música le interesaban, acabó cayendo rendido a sus encantos. “Me entró la copla por el corazón”, confesaba Muñoz, recordando el inicio de lo que sería una tormentosa relación.

La relación entre Julián e Isabel no solo fue el centro de la prensa rosa durante años, sino que también tuvo graves consecuencias en la vida del exalcalde. Durante la entrevista, Julián relató con detalle los primeros momentos íntimos con la cantante, revelando que su primer encuentro sexual fue en Tívoli, en una escena digna de un culebrón televisivo. “Ella estaba con ganas como una tigresa”, explicó con su habitual franqueza.

A lo largo de la conversación, Julián también desveló que en el punto álgido de su relación, él e Isabel consideraron la posibilidad de tener un hijo juntos. “Isabel se hizo varias pruebas médicas para ver si aún era posible”, comentó, lamentando que la edad de ambos y los rumores de infidelidad acabaran enfriando esa posibilidad.

Pero lo más impactante de sus confesiones fue el hecho de que, según Muñoz, le daba dinero todos los meses a Isabel Pantoja para evitar que se marchara a América. Al final, cuando ya no le quedaba nada que ofrecerle, según sus palabras, “me dejó tirado, en la miseria”.

La entrevista ha generado un gran revuelo en los medios y entre los seguidores de ambos protagonistas, especialmente por la crudeza con la que Julián Muñoz expuso sus sentimientos más profundos, dejando claro que su relación con Isabel Pantoja fue tanto una obsesión como su mayor desgracia.