Íñigo Onieva sufre un duro varapalo que podría cambiar sus planes de futuro
Redada en su negocio
Íñigo Onieva se ha enfrentado a una redada en el local de ocio nocturno que dirige. Cuarenta agentes antidisturbios se han presentado en la discoteca en plena actividad.
El sorprendente cambio radical de Íñigo Onieva: así le han cazado en su último viaje.
Cuando parecía que comenzaba a enderezar su vida, un nuevo varapalo ha azotado a Íñigo Onieva. El prometido de Tamara Falcó no acaba de encontrar la tranquilidad que debería ir asociada a la vida de un futuro aristócrata. Tras conseguir que la hija de Isabel Preysler le perdonara por serle infiel en múltiples ocasiones, retomando así la preparación de su enlace nupcial, Íñigo Onieva se ha enfrentado a un susto en el terreno laboral. Su discoteca, Lula Club, ha sufrido una macro redada, con la incursión de más de 40 agentes de policía antidisturbios a la una de la madrugada.
Al parecer, la policía tenía indicios de que en el local en el que trabaja Íñigo Onieva se llevaban a cabo actividades ilegales. Fuentes policiales han explicado que en la discoteca podría haber negocios de armas blancas y venta de drogas. negocios de armas blancas y venta de drogas Así lo ha señalado El Mundo, asegurando que "la intervención en el local fue emprendida por los agentes de la UPR (Unidad de Prevención y Reacción) de la Brigada Provincial de Seguridad Ciudadana y por los agentes del GOR de la Policía Nacional de la comisaría de Centro".
Cuando aparecieron los agentes, la discoteca tuvo que parar la música. La policía impidió la entrada y salida de clientes, cacheando a todo el mundo que se encontraba en el interior. Un dato de lo más curioso es que Ana Rosa Quintana se encontraba en el lugar minutos antes de la redada. Ana Rosa Quintana se encontraba en el lugar minutos antes de la redada Tal y como señala el citado medio, no hubo ningún detenido, pero sí que se denunció a cinco clientes por tenencia y consumo ilícito de drogas. Tras hora y media de acción policial, la discoteca pudo retomar la fiesta.
Además de cachear a los asistentes, la policía también revisó toda la documentación del local. Al parecer, toda la burocracia estaba en orden, cumpliendo así con las obligaciones administrativas. Un hecho diferencial que facilita el futuro del negocio de Íñigo Onieva, que, por el contrario, no podría continuar abierto al público. Cabe destacar que estas redadas se están convirtiendo en la tónica habitual de la noche madrileña, pues se busca aplicar una política de tolerancia cero con el consumo de drogas en los espacios de ocio nocturno.
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