Kiko Matamoros sobre los abusos que sufrió de niño: "Es una herida que nunca desaparece"
Muy duro
Kiko Matamoros desveló en un podcast uno de los episodios más dolorosos de su vida, un testimonio que revive una de las grandes polémicas sociales de nuestro tiempo.
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El colaborador más polémico de la televisión, Kiko Matamoros, ha vuelto a convertirse en noticia tras su desgarradora confesión en el podcast Chico de revista. Durante una conversación con Arnau Martínez, el madrileño habló sobre los abusos que sufrió en un colegio religioso entre los 7 y los 12 años, revelando un capítulo sombrío que ha marcado su vida. Aunque Kiko había tocado este tema en el pasado, su relato en esta ocasión fue más íntimo, dejando a la audiencia conmovida.
El episodio revive una problemática que sigue generando titulares en España: los abusos en instituciones religiosas. Matamoros no escatimó en detalles al recordar cómo estos sucesos influyeron en su desarrollo personal y profesional. “Es una herida que nunca desaparece, algo que marca de por vida”, confesó. Su testimonio, además, reavivó la polémica sobre la implicación de figuras públicas vinculadas al tema, como el actual Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, a quien acusó de haber sido testigo de estas atrocidades sin denunciarlas.
Sin embargo, Gabilondo negó categóricamente tales acusaciones, asegurando que durante su etapa como docente en los colegios de los Hermanos del Sagrado Corazón jamás tuvo conocimiento de estos casos. Kiko, visiblemente frustrado, lamentó el silencio cómplice que, según él, ha perpetuado el encubrimiento de los abusos.
Durante la entrevista, el colaborador no solo compartió su dolor, sino también las reflexiones que estas experiencias han dejado en su vida. Matamoros admitió que estas vivencias condicionaron aspectos fundamentales de su personalidad e incluso de su sexualidad. “A veces me pregunto si podría haber sido más feliz, menos atormentado, de no haber pasado por aquello”, reflexionó, dejando entrever el impacto psicológico que todavía arrastra.
Su testimonio no estuvo exento de emociones intensas, especialmente al hablar de cómo logró superar estos episodios sin cargar con un daño físico irreversible. Sin embargo, dejó claro que el perdón no forma parte de su proceso. “Lo tengo asumido, pero eso no significa que esté perdonado”, afirmó rotundamente.
Para Matamoros, compartir su historia es una forma de visibilizar un problema que afecta a muchas personas. Con una sinceridad que pocos esperaban, lanzó un mensaje contundente: “La infancia es un espacio sagrado. Es nuestra patria más pura, y debería ser inviolable”.
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